sábado, 28 de mayo de 2016

En Venezuela, desde luego, mucho peor 20160527

Convencer a los españoles de que lo malo conocido siempre será mejor que cualquier cosa venidera será la estrategia fundamental que ha de usar el PP en esta inabarcable campaña electoral. De esta manera, todo lo feo que ya sabemos del partido conservador (incluyendo el hecho de que esté investigado como tal organización y haya sido obligado a depositar fianza) se hermosea con un argumento definitivo: solo en sus manos florece la economía española, ¡somos el país europeo que más crece!

Pero la situación de la economía española es confusa. Es verdad que hemos mejorado nuestra capacidad para competir en los mercados. Mas no por un aumento de la productividad, que no se ha dado ni por aproximación, sino por la depreciación de los salarios (según acaba de confirmar el Instituto Nacional de Estadística). Los trabajadores por cuenta ajena, pieza básica de las nuevas clases medias, han pagado el pato: rescate financiero, devaluación interna, presión fiscal, intereses de la deuda... Y han de seguir pagando por la sencilla razón de que solo ellos pagan. Tras los sucesivos escándalos vinculados a las cuentas en paraísos fiscales de los muy ricos (y sus cómplices, los políticos corruptos), los papeles de Panamá han documentado la evidencia de que los multimillonarios no aportan casi nada al fondo común, al cual, sin embargo, se amorran en cuanto pueden (que pueden mucho). De esta forma, con los contribuyentes habituales empobrecidos y agobiados, con los jóvenes silbando en la vía del paro y el subempleo... ¿quién sostendrá los servicios públicos?, ¿cómo se podrán mantener las pensiones?, ¿qué será, en fin, no solo de los pobres sino incluso de los sectores más frágiles de aquellas clases medias? No se sabe. Rajoy dice que todo va bien, que irá mejor, que bajará los impuestos que él sabe cómo hacerlo. Al tiempo ha escrito a Bruselas prometiendo embridar a los españoles con más recortes y reformas.

Sí, sí... ¿Pero en Venezuela, qué?, preguntan insistentemente mis amigos de la derecha. En Venezuela mucho peor, les reconozco. Y se quedan tan contentos y felices. Pues vale.

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