lunes, 23 de mayo de 2016

Lloro por ti, Venezuela 20160523

Estoy harto de oír y leer sobre Venezuela. Mucho más porque en España el seguimiento de la actualidad en dicho país está contaminado a) por los intereses que tienen allí varias compañías que cotizan en el Ibex, y b) por la supuesta relación entre el chavismo bolivariano y el partido Podemos, definido por nuestro sistema (y más tras haberse coaligado con IU) como genuina encarnación de la Horda. Así que no hay día en que no sepamos algo sobre cómo evoluciona la situación en las calles de Caracas y otras ciudades, en una especie de relato paradójico, pues quienes aquí tienen el Gobierno (en funciones) exigen de quienes gobiernan al otro lado del Atlántico unos derechos y libertades que ellos jamás concederían a sus administrados.

Venezuela arrastra un problema terrible: padece de manera simultánea un régimen demagógico, ineficiente y autoritario... y una oposición mentirosa, ultraconservadora y de intenciones no menos autoritarias. Y si la ciudadanía ha estado votando una y otra vez a favor de Chávez y luego (aunque cada vez menos) de Maduro es porque la llamada revolución bolivariana dio por primera vez a las clases populares una oportunidad de participar en el reparto de las rentas petroleras, que ahora, como sabemos, han quedado reducidas a su mínima expresión. Es lo mismo que ha pasado en todo el subcontinente: en Bolivia, en Ecuador, en Brasil, en Argentina o en Uruguay. La gente se ve atrapada en el dilema de optar entre el populismo izquierdizante (por llamarlo de alguna manera) y la versión 3.0 de las oligarquías tradicionales. El uno y la otra son corruptos y proclives a reducir el espacio democrático, pero aquél reparte algo a través de fondos y planes que han sacado a millones de personas de la pobreza extrema, mientras que las élites de toda la vida no suelen dar ni la hora (aunque prometan que mantendrán la inversión social). Que se lo pregunten a los argentinos y ahora a los brasileños.

Temo que Venezuela, acabe atrapada entre el yunque y el martillo y sea escenario de un drama sangriento. Su gobierno es pura y temible paranoia. Su oposición no es de fiar. 

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