domingo, 14 de agosto de 2016

Silloncetes, misas y, en Zaragoza, la bronca municipal 20160814

Ya sabemos que en agosto no está la política para grandes maravillas. Pero como ahora mismo España es un extravagante cotolengo donde Rajoy hace de su capa un sayo, pues uno tenía la impresión de que este sería un verano de mentirijillas. Y lo es. Incluso el cambio climático ha dado tregua. Así, bajo el influjo del bendito cierzo, la Tierra Noble, su Muy Heroica capital y la Huesca laurentina han producido esta semana noticias tan chuscas y surreales como suelen. O un poco más. Eso, en lo que se refiere a las instituciones y su contexto. Porque en la trastienda siguen ocurriendo cosas mucho más serias, que forman parte de ese Aragón secreto, cada vez más vasto y más oscuro. Pero hablemos de lo accesible, lo que sucedió a la vista de todos.

Gran parida: el Gobierno aragonés, integrado por el PSOE (el pastel) y CHA (la guinda), aprobó sin mayor problema el plan económico del Ayuntamiento cesaraugustano, que el gobierno municipal (Zaragoza en Común) había sacado adelante a trancas y barrancas ¡con la oposición de PSOE y CHA! Parece una broma paradójica. Pero no es sino un curioso ejemplo de que cómo van las cosas en la Inmortal urbe, donde las izquierdas se apalean mutuamente mientras los autobuses arden al sol.

Santisteve y sus concejales siguen sin encajar en ese rompecabezas que son los intereses a medio y largo plazo de las fuerzas vivas de la ciudad. ZeC no atina a definirse ni a proyectarse como algo específico. Es impredecible. Lo cual despista al respetable, pero al tiempo inquieta a quienes llevan decenios moviendo los hilos y haciendo dinero a orillas del Ebro. Estos últimos personajes se han hecho a la idea de que el paréntesis alternativo será cosa de un solo mandato, y pronto volverán las aguas a su cauce. No esperaban, sin embargo, que los grupos municipales de PSOE y CHA, tras investir al alcalde, pusieran tanto entusiasmo en segarle la hierba bajo los pies. Curioso. A este paso los fácticos no necesitarán que Azcón se desmelene en plenos y ruedas de prensa (con esa vehemencia tan propia de quien teme pasar de joven promesa a vieja gloria sin haber tocado chufa).

Luego está el tira y afloja con la presidencia de las Cortes, de donde el socialista Cosculluela, un señor serio, se fue entre otras cosas para perder de vista a varios de sus conmilitones. ¿A qué viene tanto lío con ese sillón? ¡Pero si nunca ha pasado de ser un premio de consolación!

Y de remate la habitual polémica tonta: entrar a misa con banda o sin banda. La derecha oscense, fiel a la consigna, se pasó por el forro el protocolo democráticamente aprobado. Aún estamos así, en un país donde la lógica separación entre las instituciones públicas y la Iglesia Católica sigue levantando ampollas. Da malagana, oigan.

JLT  14/08/2016

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