sábado, 2 de julio de 2011

Paisaje después de un desalojo 20110702

El edificio de la calle Lagasca okupado por algunos quincemayistas y del que fueron desalojados anteayer ha quedado tapiado y listo para otros treinta años de abandono. El inmueble está en un estado pésimo y verdaderamente no sé qué pensaban hacer allí los indignados. Los más sensatos de entre ellos ya se habían dado cuenta de que intentar rehabilitarlo iba a consumir una enorme cantidad de energía y dedicación. Echándoles casi les han hecho un favor.

Desde el 15-M hasta hoy los movimientos que emergieron entonces han pasado por momentos álgidos y luego han entrado en una situación de reflujo a la que, sin duda alguna, le seguirán nuevos retornos, nuevos episodios de marea alta. Entretanto, surgen interesantes debates sobre la calidad de nuestra democracia, la crisis institucional que vivimos, el papel de los partidos o la subordinación de la política a una economía dominada por los depredadores financieros. Como ejercicio mental no está nada mal. Y visto el rumbo que llevan las cosas, demos por hecho que las teorías darán paso a la acción en cualquier momento.La okupación y el desalojo de la casa de Lagasca (El Paraguas) han convertido al edificio en un símbolo de la situación. Ya está el inmueble en manos de su legítimo propietario, la Caixa. ¿Y qué más harán las autoridades? ¿Revisarán la situación del inmueble? ¿Requerirán al poderoso dueño para que acabe de una vez las obras de acondicionamiento y dé utilidad a un espacio habitable que lleva lustros fuera de uso? ¿Aplicará de una vez el Ayuntamiento las normas urbanísticas?

Zaragoza es una ciudad cuya planificación y control llevan siendo trampeados desde tiempos inmemoriales. El omnímodo poder de los grandes traficantes de suelo ha sobrevivido a la Transición y ha sido capaz de condicionar la política municipal de manera sistemática. Algo tan simple como aplicar el registro de solares ha sido un imposible. El lobby inmobiliario ha hecho de su capa un sayo. Por eso resultan curiosas tantas invocaciones a la ley y el orden ante una inocua okupación. ¿Aquí se acabará la respuesta, tan rápida y firme, del estado de Derecho?

J. L. Trasobares/El Periódico de Aragón/sábado 02.07.2011

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