viernes, 8 de junio de 2012

¡Que parezca un accidente! 20120608

Bueno, vamos avanzando. Ahora la clave está en que nos rescaten sin decir que nos rescatan, que nos intervengan sin pregonarlo. España, de hecho, baila desde hace tiempo al son que le tocan (la cosa empezó a rodar con Zapatero y ahora circula a toda velocidad), pero su actual Gobierno pretende disimular la situación. Los portavoces más voceras del PP han recuperado sin cortarse un pelo el discurso del PSOE: el problema no es del Estado sino de la Banca y la solución está en Europa. Que nos echen pues una mano (al cuello será) pero que no nos estigmaticen. Que nos asesinen pero que parezca un accidente.

Los gobernantes y barandas en general siempre intentarán sumirnos en una realidad percibida que ellos han modelado previamente. No les inquieta que las cosas sean como son, sino el relato que se haga de ellas. Rajoy quiere evitar la palabra intervención en los titulares, de la misma forma que en los medios públicos controlados por el PP se ha prohibido el uso del término recorte. Se pretende que las políticas de comunicación sustituyan a la política misma, que la clave de las medidas adoptadas no esté en su contenido sino en la forma de explicárselas al personal que las padece. Por eso el muy descarado abaratamiento del despido se ofrece como una forma de crear empleo, y la evidente destrucción del sector público nos es vendida como una manera de hacerlo más eficiente.

El problema es que mientras hacemos juegos de palabras, nos empobrecemos nosotros y nuestro entorno. La sanidad, la educación, la universidad, la investigación y la cultura se desploman en una voladura controlada fríamente ejecutada desde el poder. Se está dejando morir a las empresas sociales, a las organizaciones que realizan tareas asistenciales. Los pobres, los excluidos y los discapacitados van a ser abandonados a su suerte.

Todo lo cual no es un accidente sino un programa premeditado. Tal vez Rajoy ponga cara de apurado mientras hace lo que tiene que hacer y Rudi mantenga ese discurso suyo tan campanudo como vacío, pero Esperanza Aguirre está encantada de haberse conocido y eso parece... lo que es.

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