jueves, 7 de junio de 2012

Un país demasiado lleno de contradicciones 20120607

Todo Madrid (y media España) está al cabo de la calle respecto de las escapadas marbellíes del juez Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. En los mentideros cuentan y no paran sobre cuándo, cómo y con quién se gastó el personaje en cuestión esos miles de euros (una miseria, dijo él) cotizados a escote por los contribuyentes españoles. Hemos de suponer pues que los diputados del PP y de CiU sabían también del tema cuando rechazaron la comparecencia parlamentaria del primer magistrado del Reino. En una aparatosa contradicción, nuestros gobernantes (de España y de Cataluña) pretenden sostener el prestigio exterior y la autoestima del país por el procedimiento de dejar cada cagada (real o presunta, ojo) bien a la vista. Luego pasa lo que pasa.

El caballero Dívar encarna a su vez el evidente encontronazo entre una manera de estar conservadora, religiosa, cumplidora y muy remirada y una segunda personalidad apegada al lujo, a la molicie y a las amistades que no me atrevo a definir. Todo muy en la hidalga tradición española de rezar por la mañana, pecar por la noche y recibir la absolución al día siguiente sin perder un ápice de altanería.

Lo más perturbador es que ya no hay voluntad ni posibilidad de disimular estas contradicciones o al menos muchas de ellas. Los altísimos directivos de bancos, cajas y grandes compañías se lo han llevado crudo. Los políticos han mentido con fruición convirtiendo el incumplimiento de sus promesas en una especie de virtud coyuntural. Los medios han dejado de describir y controlar al Sistema para formar parte de él, lo que les ha llevado a la ruina económica. La opinión pública fue seducida con maravillas de cartón piedra y ahora choca brutalmente con una realidad durísima que le presentan sin edulcorante alguno, a lo bestia. En resumidas cuentas, se pretende que aplaudamos nuestro empobrecimiento, que admiremos y sigamos a quienes han originado el actual desastre, que votemos los recortes, la manipulación y la burricie. A cambio nos ofrecen la posibilidad de sobrevivir. Pero ésa, creo, no deja de ser otra contradicción. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario