miércoles, 27 de junio de 2012

Un país patético, desnortado, surrealista... 20120627

Cada día la cosa está más chunga... y más graciosa si uno se maneja en clave de humor negro. No habría rescate, pero lo hemos pedido. No habría banco malo, pero Guindos lo da por hecho. No dejaremos que nos pongan condiciones, pero ya prepara Rajoy una nueva tanda de putadicas para cumplir las instrucciones recibidas. El lunes oí en directo a Soraya Sáenz de Santamaría asegurar impertérrita su grandísimo interés por la agencia Efe, la misma a la que el Gobierno está desguazando fría y premeditadamente. La ministra de Sanidad recomienda remedios caseros. Han suspendido por todo el morro el debate sobre el estado de la Nación, que ya es el colmo. Y mientras nuestra democracia cae en los mercados al mismo ritmo que sube la prima de riesgo, es imposible distinguir a dónde va este país, qué objetivos persigue, cuáles son sus alternativas a la monumental estafa que llamamos crisis.

Como paradigma del imparable delirio, tenemos esa presunta operación destinada a montar en España una réplica de Las Vegas y Macao. Cada vez que Sheldon Adelson o sus ejecutivos se pasean por Madrid o Barcelona recibiendo reverencias y vendiendo humo alucino incluso más que cuando aterrizaron en Aragón aquellos de Gran Scala y se metieron en el bolsillo a nuestros jefes (los políticos y los otros). Pese a lo cual la jugada es la misma. La que nos comimos aquí como perfectos capullos (u otra cosa peor) la ejecutaron unos piernas. La que se desarrolla ahora es su versión perfeccionada: cuenta con sólidos amarres políticos (el tal Adelson financia regularmente al ala más del Partido Republicano USA), ha sido guiada en su desembarco por destacados elementos del lobi judío en España (incluso por el ubicuo Alejandro Agag, yerno de Aznar) y por lo demás es perfectamente inconcreta, oscura y fantasiosa. Por supuesto el promotor de Eurovegas no piensa poner un euro (sus portavoces ya hablan de que "buscarán financiación"), no tiene un proyecto definido, no cumple los plazos que él mismo anuncia, ni siquiera esconde que lo suyo es un obvio negocio de expectativa... Patético. 

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