domingo, 8 de marzo de 2015

¿Quién pactará con quién en Aragón? 20150308

El CIS ha pronosticado que en las inminentes elecciones andaluzas el PSOE no obtendrá mayoría absoluta y deberá ponerse de acuerdo con Podemos- o con el PP. Tal profecía no precisaba mayores alardes demoscópicos (que en todo caso mantienen la incógnita del habitualmente elevado número de indecisos), porque cualquiera puede intuir que efectivamente las cosas han de ir por ahí. Y quien dice en Andalucía dice en los restantes ámbitos electorales. En Aragón (su Gobierno autónomo y sus principales ayuntamientos), por supuesto. Aquí nadie está en condiciones de barrer. Ni PP ni PSOE ni Podemos (o la derivada Zaragoza en Común). Así que todas estas opciones o cualesquiera otras deberían prepararse desde ahora mismo a explicar, al menos en líneas generales, su política de pactos.

Escuché a Pedro Santisteve, flamante candidato de Zaragoza en Común, decir que el objetivo de su candidatura es sacar mayoría absoluta y gobernar en solitario. Vale, eso querrían todos. Pero la probabilidad de que tal cosa suceda es mínima, por no decir nula. Una cosa es que Santisteve, muy en línea con el estilo Podemos, quiera salir a la palestra con fuerza y captar la atención del público, y otra que aguante de aquí al 24 de mayo sin desvelar con quién y en qué condiciones llegaría a pactar para lograr la alcaldía, o en todo caso evitar que la derecha se haga con ella (lo que por cierto, es harto improbable). Esta reflexión vale para el resto de las listas y candidatos. ¿Qué piensa hacer Rudi?, ¿y Lambán?, ¿y Suárez?, ¿y Echenique?... ¿Y Chunta?, ¿y Ciudadanos? Solo el PAR, cuya luz se apaga lentamente, nos ofrece la certeza de que, si obtiene las ventajas de rigor, podría entenderse con Dios o con Lucifer o con ambos.

Los votantes tienen derecho a saber. No todos los detalles de lo que haya de ocurrir más allá del día de las elecciones, pues será en ese momento cuando los números permitan (o no) forjar acuerdos, sino los planteamientos previos de cada cual: con quién se está dispuesto a hablar, con quién no, sobre qué condiciones, con qué límites infranqueables- Es impensable que las fuerzas políticas no se hayan hecho una idea al respecto.

En el momento actual, cuando la desconfianza hacia la política y las instituciones es manifiesta, explicar con franqueza y transparencia las intenciones futuras no es un signo de debilidad, sino una exhibición de fortaleza. Dudo mucho que los electores no deseen saber dónde acabará definitivamente su sufragio antes de otorgarlo. Y todavía me resulta más dudoso que los indecisos puedan abandonar sus dudas sin recibir de partidos y candidatos un mensaje diáfano. No, este no es el momento de irse por las ramas o de esconderse detrás de la grandilocuencia.

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