miércoles, 25 de marzo de 2015

Segunda lectura: Podemos y Ciudadanos 20150325

El impacto de los resultados electorales siempre guarda relación con las expectativas previas. El PP creía que podría perder como mucho 10 diputados y situaba en 35 su suelo más bajo. Se ha quedado en 33. Horrible. Podemos soñaba con entrar en los puestos de Champions. Su multitudinario mitin final en Dos Hermanas (exhibiendo una capacidad de convocatoria muy superior a la de los demás partidos) y esa alocada presunción que caracteriza a los de Iglesias&Cía les llevaron a imaginar una entrada en escena espectacular y desbordante. Sin embargo, sacar un 15% de los votos ya representaba un éxito... a la vista de las circunstancias (Susana Díaz les había dejado sin tiempo para preparar en condiciones las candidaturas y las campañas). Rozaron ese porcentaje, pero lo interiorizaron con dificultad. En la cara de Teresa Rodríguez se dibujó la decepción.

Los de Podemos tienen que bajarse de su infantil soberbia, asumir la situación, entender que necesitan rodarse como significativa fuerza de oposición antes de ponerse a gobernar instituciones de gran envergadura, hacerse creíbles, seleccionar candidatas/os con prestigio social y capacidad de liderazgo (como Manuela Carmena en Madrid, por poner un ejemplo). Eso de llegar y acabar con el bipartidismo en un dos por tres no es realista ni lógico. Salir en los foros públicos hilvanando vaguedades y remitiéndose "a lo que diga la gente" ya no es suficiente. Esperar que el desgaste de los sistémicos les sirva la victoria final en bandeja, tampoco.

Porque además Podemos ya no ejerce como nueva y única opción transversal. Con un discurso similar, Ciudadanos ha irrumpido en el centro y gana espacio por la derecha. Ahora la alternativa es doble y se reparte geométricamente según los cánones clásicos: izquierda y derecha. Normal. Así que los de Rivera, objeto de un lanzamiento mediático de libro, están listos para recuperar votantes del PP (incluso del PSOE). Es una situación inédita. Desde la desaparición de UCD, la existencia de una sola opción conservadora era una condición sine qua non del bipartidismo. Ya no será así.

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