viernes, 24 de abril de 2015

¿Caiga quien caiga?... Vamos, hombre

Si no he entendido mal, España tiene mogollón de pasta en Suiza (20.000 millones, que se sepa) y a su vez recibe enormes cantidades procedentes de Luxemburgo (país que, por ejemplo, se lleva la palma a la hora de invertir en Aragón). Pero, claro, nadie se cree que ese trasiego de dinero calentito, oscurito, guarrito y defraudadito tenga que ver con actividades productivas, ni pueda ser atribuido así, en plan colectivo y total, a los países por los que viaja en su ir y venir. Estas millonadas son de unos cuantos afortunados y los negocios con ellas relacionados (especulación financiera, jugadas en la renta variable, movimientos de blanqueo) nada tienen que ver con esa economía a escala familiar, que nos suelen presentar como paradigma de la ortodoxia. La ortodoxia, en realidad, es la norma que se impone a la mayoría para sacarle la tela por las buenas, pero está a años luz de las prácticas habituales entre las auténticas clases altas. La inmensa mayoría, ¡ay, madre!, ni tenemos cuentas en Suiza ni recibimos legados multimillonarios ubicados en paraísos fiscales ni podemos eludir al fisco ni nos hemos acogido a la amnistía fiscal.

No nos beneficiamos de grandes subvenciones. No pillamos los macrocontratos públicos. No hemos recibido créditos privilegiados por parte de las antiguas cajas de ahorro. No jugamos con ventaja a la Bolsa, conociendo con antelación movimientos que alterarán las cotizaciones. No tenemos ni puta idea de nada... Hasta que un día la cuerda de los de arriba se rompe por lo más flojo y entonces atisbamos (por un momento y de manera muy parcial) la verdad de la vida.

Ahora, el Gobierno pretende que se está luchando contra la corrupción y el fraude, caiga quien caiga. Pero eso no se lo creen en España ni los niños pequeños. Estamos viendo que la Lista Falciani o la nómina de los amnistiados por Montoro sólo son la obscena punta del iceberg. Y que el secreto (invocado hoy como dogma legal) impera e imperará para evitarnos el disgusto de conocer toda la realidad... Así como para proteger a quienes no han de caer, porque están demasiado altos y son demasiado poderosos. 

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