martes, 28 de abril de 2015

Por qué mucha gente acabará votando PP 20150428

Que Rajoy se empeñe en vincular la presunta recuperación económica a su propia recuperación electoral es solo un reflejo de sus peculiares alucinaciones. O quizás un soberbio acto de cinismo, pues el presidente debería saber que quienes le votarán (muchos menos que la vez anterior, pero muchos más de los previsibles) lo harán ante todo por miedo. Miedo a salirse del carril, a los poderes financieras, al Eurogrupo y al FMI, al Banco Central Europeo, a los vaivenes bursátiles, a los ricos que se traen y se llevan el dinero sin importarles una mierda esa patria de la que tanto blasonan... Miedo, en fin, a romper la baraja y que al final la cosa sea todavía peor de lo que ya es. Mira Grecia.

La recuperación de la que alardea don Mariano es a la vez un ejercicio de creatividad estadística y la consecuencia del fatalismo de las clases medias supervivientes que han decidido vivir al día, pues mañana Dios dirá. Además, tanto la benevolencia monetaria del banquero Draghi como la insólita tolerancia al incesante aumento de la deuda nos han dejado en una especie de limbo macroeconómico. El gran jefe conservador se empeña en ver todo esto como un milagro cuyos méritos hemos de atribuirle. Por eso es capaz (como hizo el otro día) de salir a internet para celebrar la última EPA, en la que, sin embargo, se detectaba la destrucción de más de 100.000 puestos de trabajo.

La gente normal no percibe la recuperación. La mayoría de las familias arrastran tragedias protagonizadas por parientes que perdieron su empleo y ya no han logrado recuperarse. Aunque el PIB creciera a un ritmo del 3% no nos beneficiaremos todos por igual. Eso está claro. Luego tenemos esas historias, obviamente ciertas, de los multimillonarios habituales o de ocasión que guardan en paraísos fiscales fortunas inauditas... El electorado está justamente aborrascado e incrédulo. Pero el temor va cayendo como una lluvia fina. O gruesa, como esa prohibición por la Junta Electoral de Teruel de pancartas que cuestionen la salida de la crisis. Dicen que este es un país de centro. Me parece que es, más bien, un país acojonado. 

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