jueves, 16 de abril de 2015

Cómo serán los futuros pactos 20150416

Todos los candidatos aseguran, al estilo de doña Susana, que ellos solo quieren pactar con sus votantes (¿el qué?), y así no desvelan ni el más mínimo detalle de sus intenciones poselectorales. Pero ni uno solo de ellos ha dejado de pensar en cómo se les compondrá para acceder al Gobierno (o impedir que llegue a él el bando ideológicamente contrario) con una mayoría relativa tirando a relativísima. Los entendidos en estas monsergas preelectorales aseguran que hablar siquiera de futuros acuerdos indica debilidad. Sin embargo, nadie alberga dudas sobre lo ajustado que irán los resultados y la imperiosa necesidad de pactos, sean de estricta coalición, de apoyo crítico o de mero dejar hacer a otro concediéndole el beneficio de la abstención. Lo que no se concibe (por poner un ejemplo teórico) es que el PSOE y Podemos, en caso de tener la aritmética a su favor, se armen un lío en Aragón y permitan que Rudi siga gobernando, o que el PP y Ciudadanos se desencuentren en Zaragoza capital, aun teniendo juntos alguna ventaja, y acaben dejando el paso libre a Santisteve.

El mayor problema de los pactos por venir radica en que, según todos los indicios, habrán de hacerse sobre resultados muy próximos entre sí, sin que nadie disfrute de una ventaja tan notoria que le permita reservarse el papel principal. Si, pongamos por caso, el partido X saca un 27% y el Y, un 21%... su hipotética negociación tras las elecciones se hará en términos de práctica igualdad. El modelo de relación entre el PP o el PSOE con el PAR, o el del propio PSOE con CHA e IU está llamado a desaparecer. Lo que llega es otra cosa, menos bisagrera, más comprometida para todos, mucho más compleja. Exigirá, por supuesto, grandes dosis de inteligencia, generosidad y transparencia. A ver.

Y si no, concluyen algunos, se repiten las elecciones que hayan desembocado en punto muerto... y todo arreglado. Bueno, pues sí. Pero ojo, porque en tal caso nadie sabe cómo pueden reaccionar los votantes. Castigarán duramente al que consideren culpable de haber hecho fracasar el diálogo previo. La jugada, amigos míos, se presenta (muy) peliaguda.


JLT  16/04/2015

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