viernes, 10 de abril de 2015

Cuando no te dejan morir en paz 20150410

Si las cosas son como se deduce de las primeras informaciones, el caso de ese hijo que mató a su madre en el barrio de Las Fuentes nos pondría no ante un crimen individual sino frente a las consecuencias de un auténtico crimen social y legal: las tremendas dificultades que existen en España para que enfermos sin cura posible, con dolores refractarios y una creciente degradación física y mental puedan morir en paz. Hablo de la sedación terminal, que forma parte de todos los protocolos médicos habidos y por haber en el mundo civilizado. Pero en última instancia hablo también de la eutanasia, un derecho inalienable que nos devuelve el control de nuestra propia vida al permitirnos decidir libremente cuándo ponerle fin. Las redes sanitarias deberían ser capaces de resolver este problema, atendiendo a una legislación racional y humanista. No cabe contar con ello. Por eso pasan cosas terribles, como el suceso de Las Fuentes. Que no será (¡qué va!) el primer caso de asistencia al suicidio en España, ni tampoco el último mientras las cosas sigan así.

En este país, donde las leyes autonómicas de muerte digna (empezando por la de Aragón) no acaban de surtir efecto y la penalización de la eutanasia pende cual espada de Damocles sobre los médicos más comprometidos y empáticos, los enfermos incurables (en su mayor parte ancianos) son condenados a un vaivén de idas y vueltas del hospital a casa y de casa al hospital, para acabar expirando en uno de estos establecimientos, a menudo en una habitación compartida y tras habérsele alargado la agonía mediante prácticas absolutamente insensatas. Hay profesionales de la sanidad que intentan y consiguen abreviar esos temibles calvarios, pero otros eluden la cuestión. Los equipos de cuidados paliativos a domicilio, tan eficientes en el pasado como escasos de medios, han sido malamente reorganizados. La voluntad de los pacientes apenas cuenta. Es desesperante.

En Suiza, en Holanda, en varios estados USA, ¡en un país tan católico y conservador como Bélgica!, la eutanasia ha sido legalizada. Y no ha pasado nada. ¿Por qué aquí no?

JLT  10/04/2015

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