jueves, 18 de febrero de 2016

Berenjenal español... ¡y olé! 20160218

Esto ya no es un laberinto (o sea, un tortuoso camino que al final sí tiene salida) sino un estupendo berenjenal, un follón, un barullo, un putiferio... llámenlo como quieran. Ahí está Pedro Sánchez, que intenta ponerse en línea con Podemos y con Ciudadanos al mismo tiempo; o sea, arreglarse con el cónyuge y el amante sabiendo todos de qué va el pastel. Para ello ha lanzado una propuesta programática lo suficientemente progresista como para interesar a las izquierdas, pero expuesta en términos tan vaporosos que también podría servir para contentar al centrismo liberal, como de hecho está sucediendo. A su vez, Pablo Iglesias, el Coco, ha contratacado con otro documento que nos lleva a los rojos altares de la respuesta social a la crisis, pero retuerce como dementes culebras las leyes de la democracia (la representativa, la deliberativa y la participativa), hasta que uno no sabe si las bichas son tres (como los poderes institucionales), 17 (como las autonomías) o una sola, una enorme anaconda del Orinoco capaz de engullir todo lo que no encaje en el "proyecto de cambio". ¿Y qué puede hacer Pedro, aunque cuente con Albert Ribera), si Pablo le dice que nones?

Eso es lo que espera Rajoy, quieto en la mata, rodeado por los restos de un partido podrido, acosado por quienes, desde dentro del PP, quieren ir de facto a una refundación e incluso imaginan un cambio de marca, porque la actual no tira en el mercado electoral.

Añadan lo de Cataluña, donde el referéndum (sujeto a normas democráticas de verdad) es la única salida razonable, no para contentar a los soberanistas, que lo piden con la boca pequeña, sino para zanjar un asunto que se está poniendo imposible.

Y la corrupción y el robo. El embrollo español incluye banqueros (chinos o locales) delincuentes, políticos ladrones, dentistas estafadores, mentirosos compulsivos, policías desmadrados, poetisas blasfemas... Y ahí fuera, una Unión Europea y unos mercados que nos esperan con su receta en la mano: otro ajuste sin contemplaciones. Parece una invención de las que le salían a don Ramón del Valle Inclán cuando se fumaba un porro. 

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