jueves, 26 de diciembre de 2013

Democracia de (muy) mala calidad

La democracia, como concepto global, ya no es lo que fue ni mucho menos lo que pudo ser. Pero en España la regresión está siendo tan evidente como, vertiginosa. ¿Dónde acabará esta deriva? Las iniciativas legislativas gubernamentales relativas al orden público y la seguridad privada o el proyecto de ley para regular el aborto son ciertamente inauditos. Sumados al conjunto de medidas económicas y laborales, así como al acelerado desplome de los principales servicios públicos, componen un cuadro desolador. La crisis ya no es tal y por supuesto no se ciñe a los habituales patrones cíclicos. Es en realidad la imposición de un nuevo modelo sociopolítico y cultural, el inicio de una nueva edad caracterizada por la explosión de las nuevas tecnologías y la banalización o depreciación de la soberanía popular. Los paradigmas socialdemócratas o incluso socialcristianos que emergieron tras la Segunda Guerra Mundial son hoy dinosaurios sometidos al impacto del meteorito. Con ellos perecen los instrumentos (partidos políticos, sindicatos, medios industriales de comunicación) que configuraron durante decenios el sistema.

El problema es que España llegó tarde a la democracia convencional, construyó muy tarde su Estado del Bienestar y aún no había completado su puesta al día cuando ha llegado el reflujo. Por eso, en apenas dos años, la derecha (cuyas rancias ideas paleoconservadoras se revelaron súbitamente como moderno programa neocón) ha organizado un repliegue hacia el pasado que añora, pero construyendo a la vez un sistema distinto, un producto del siglo XXI. Por eso la sistemática imposición de los conceptos religiosos, sociales y culturales característicos de la década dorada del franquismo (años 60) se combina con el desarrollo de campañas de realidad percibida para implantar las ideas anarcocapitalistas que aspiran a desmontar o devaluar los estados, romper definitivamente el contrato social moderno y convertir la iniciativa privada, la especulación y el negocio en los pilares de una sociedad absolutamente distinta a la que hemos conocido.

Eso, claro, si nos dejamos. Si no... 

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