lunes, 16 de diciembre de 2013

¿Hay alguien en el Pignatelli? 20131216

No hay reunión o acto social (y estos días proliferan mogollón) donde los corrillos no comenten la atonía que reina en Aragón bajo el reinado de la siempre impasible Luisa Fernanda. La Administración autónoma funciona al ralentí. A las dos o dos y media de la tarde algunos jefes de la DGA que viven fuera de Zaragoza se van a casita. A las cinco, el Pignatelli es un edificio fantasma, vacío. Los expedientes se eternizan. Los pagos se retrasan. Los compromisos no se cumplen... Y en sintonía con este dolce far niente, el tejido social de la Tierra Noble alarga los ahorros (si hay) a la espera de que ocurra algún milagro. Opel-GM sigue siendo nuestra gran esperanza. 

El estilo del actual Gobierno PP-PAR es una extraña mezcla de agresiva audacia y total indolencia. Por eso mientras unos juran ante los micrófonos que se salvará (hablando en términos presupuestarios) la inversión social, los consejeros Serrat y Oliván continúan con la guadaña en la mano segando la enseñanza y la sanidad públicas, cuyos recursos asignados no dejan de bajar. El citado Oliván, además, ejerce con tal desahogo que es capaz de negar ante las Cortes que la desigualdad sea asunto de su competencia. ¡Y es el responsable de Bienestar Social! Claro que la permanencia en el Ejecutivo autónomo de este personaje resulta incomprensible y solo puede explicarse por el hecho de que soportamos un poder insensible por completo a las reacciones y protestas de la ciudadanía.

La DGA recorta, pero la DGA tiene cada vez más deuda. Estamos sobre los cinco mil millones de euros pero llegaremos a los seis mil, y según el consejero Saz (el de Hacienda) tardaremos al menos diez años en volver a la situación del 2006-7 cuando el endeudamiento incluso llegó a decrecer. Lo que ocurre en estos momentos es de cajón: por mucho que se controle el gasto, la reducción de los ingresos obliga a seguir pidiendo prestado. Por supuesto, dichos ingresos sólo aumentarán si llega la reactivación económica. Así que en el Pignatelli han decidido sentarse a esperar. Mientras, se entretienen arruinando los servicios públicos. Qué majos, oye. 

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