domingo, 25 de mayo de 2014

Aragoneses en Babia, o lo que pudo ser y no fue 20140525

Sí, ya sé que soy un pesado. Esa manía de proponer en sesión continua una reflexión colectiva sobre qué quisimos ser y qué somos puede resultar monocorde, aburrida y molesta. Es más, mucha gente no experimenta la necesidad de revisar el inmediato pasado, ponerlo en relación con el presente y sacar las oportunas conclusiones. Además no es fácil explicar que, desde mi punto de vista, el problema no radica tanto en los proyectos acometidos (aunque algunos de ellos fueran demenciales) sino en su mediocre o pésima ejecución. La Expo pudo haber dado mejores resultados... si se hubiera hecho bien. Y todo lo demás: desarrollos urbanísticos, infraestructuras, estaciones de esquí, circuitos de alta velocidad, edificios, artefactos, quimeras... Si buena parte de este catálogo de iniciativas ha desembocado en fiascos clamorosos, éxitos menores, sobrecostes, una mala relación entre el coste y el beneficio, mentiras, sospechas y desengaños es porque la ejecución de cada plan se encomendó a personas sin preparación suficiente, gestores incompetentes y, a veces, administradores venales. Una vez más, les pongo al Real Zaragoza como ejemplo.

Hace apenas diez años, los responsables políticos (respaldados por buena parte de la ciudadanía) se propusieron construir a la vez un equipo de Champions y un estadio Cinco Estrellas. Ríos de tinta, ¿se acuerdan? Debates, operaciones entre bastidores, pelotazos en ciernes, maravillas. Pero hoy lo que tenemos ante nosotros es un Zaragoza absolutamente arruinado que renquea por la Segunda División como un fantasma agónico, y la misma Romareda de siempre, ajada y mísera. No cabe un desenlace más triste. Ahora bien, resulta que para llegar a semejante meta no sólo se perdieron tiempo y energías, también muchííísimo dinero del común. Recuerden el pastón que la SAD adquirida por Agapito Iglesias recibió del Gobierno de Aragón (nueve kilates anuales procedentes de la tele autonómica, otro fajo de millones en avales)... y todo lo que le cayó al tal Agapito en obra pública y en los presuntos chanchullos que ahora salen a la luz. El campo, ya saben: tres proyectos firmados por otros tanto arquitectos de postín, todos ellos bien pagados por el Ayuntamiento, todos ellos sepultados en el olvido. Rían o lloren, como prefieran.

¿Se podían haber hecho mejor las cosas? Seguro que sí. ¿Hemos sido capaces de analizar este espeso culebrón y asumir la experiencia? Seguro que no. Sólo es un ejemplo, vale. Pero vean, escuchen y lean ustedes como, ahora mismo, todavía vamos y venimos dándole vueltas a la presunta venta del Real Zaragoza. Bien mirado, aún no nos hemos dado cuenta de lo que ha sucedido. Yo seré un plasta, pero aquí estamos en Babia. 

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