sábado, 17 de mayo de 2014

Esta gente (de orden) es la monda 20140517

La campaña electoral es sosa, vale. Pero tiene sus ratitos y sus sorpresitas. Por ejemplo, Valenciano resolvió aseadamente su debate con Cañete. Hay que reconocerlo. Tan obvio resultó el lucimiento de la apparatchik socialista frente al exministro de Aznar y de Rajoy, que el ínclito cojonciano, sabiéndose perdedor, salió ayer con la patochada de que polemizar con señoras es difícil porque si las abrumas te llaman machista. Este es el nivel de la gran derecha española. No me extraña que el PSOE, difunto y criogenizado, aún tenga esperanzas.

De todas formas el debate no fue tal porque el formato pactado impedía que aquello tuviese un mínimo de frescura. Han dicho algunos analistas que ni PP ni PSOE ni CiU tienen mayor interés en animar el voto, pues una alta abstención les favorece. Puede que sea así. La incapacidad de casi todos los partidos españoles para generar un imaginario verosímil sobre Europa y su gobernanza es clamorosa. Y la ciudadanía de a pie, claro, está con la cabeza en otra cosa. Intenta salir a flote o simplemente sobrevivir.

Será por eso que el crimen de León (de la presidenta de la Diputación Provincial y caciquesa mayor de aquellos lugares) está dando lugar a unas escenificaciones delirantes. Sigo perplejo ante la manera en que la gente de orden (o de desorden, por lo que se ve) ha convertido un sucio asunto de naturaleza interna en una extraña discusión sobre las redes sociales y los imbéciles, radicales de boquilla, trolls y provocadores que pululan por ellas. Digo extraña porque hace ya tiempo que el infinito ecosistema digital viene despertando los instintos onanistas de quienes se amparan en un nick para tener su momento de gloria escribiendo barbaridades. ¿Cómo se controla eso? De ninguna manera. En todo caso aplicando, si es posible, la legislación vigente. Es inaudito que, gracias a la maniobra de distracción destinada a poner el foco sobre twitter para apartarlo del terrorífico PP leonés, cualquier desgraciado cuyos desvaríos apenas hubiesen tenido difusión ha obtenido enormes audiencias a través de los medios de comunicación tradicionales. Alucinante, oye. 

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