lunes, 19 de mayo de 2014

No será porque no hay dónde elegir, ¿eh? 20140519

Comparto la tesis de quienes ven en la abundancia de candidaturas a las europeas un incentivo a la participación. Porque, claro, aquí no vale quejarse del bipartidismo y la rutina cuando es perfectamente posible echar la papeleta a cualquier opción alternativa. Desde el Partido X, que lleva a la cabeza de su lista a Falcioni (el que denunció a los grandes defraudadores fiscales) hasta la hiperespañolista Vox, con Vidal Quadras a la cabeza, el abanico incluyo casi cualquier cosa: los radicales de Podemos, los rojiverdes de Compromís, la candidatura que lleva por estandarte al juez Elpidio... Además de IU o de UPD. Y hay algo más: no es cierto que la ley electoral distorsione en este caso los resultados y favorezca a los grandes. No hay tal. Con una lista única, el sistema d'Hont despliega a la perfección su proporcionalidad corregida. Ahora, si no se quiere votar, pues vale. Pero no vengamos después con lamentos y cabreos. Las elecciones son el mejor procedimiento para determinar el futuro. Ese bipartidismo del que muchos reniegan con pasión no es un artificio, sino el resultado de sucesivas citas con las urnas. El PP gobierna porque en su día fue el que más apoyos recibió. En eso, la democracia además de formal es esencial.

De vez en cuando, quienes hacemos de la crítica política un oficio tenemos que darles la vuelta a los argumentos habituales y advertir de que descalificar o incluso odiar a las mujeres y hombres públicos no parece eficaz, si luego se opta por el absentismo cuidadano. España no tiene una democracia de regular calidad porque el sistema falle. O no solamente por ello. La desorganización de la sociedad civil, el escaso asociacionismo, la ausencia de una conciencia colectiva articulada tienen mucho que ver con lo que está pasando. Pero todavía hay otro factor: podemos escandalizarnos o protestar ante los recortes de prestaciones sociales y de derechos cívicos, pero... ¿dónde están las propuestas (creíbles y factibles) para afrontarlos?

Si no te ocupas de la política, deberás soportar que te gobiernen personas inferiores a tí, dicen los clásicos. Apliquémonos el cuento. 

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