jueves, 13 de agosto de 2015

Ese Aragón que desaparece sin remedio 20150813

Aunque la noticia no causó mayor revuelo, el informe demográfico publicado este lunes no puede ser más alarmante. Aragón sigue perdiendo habitantes, y ello significa que numerosas localidades y comarcas enteras están cayéndose sin remedio. Con una población avejentada, sin apenas nacimientos ni pulso ni expectativas, se han quedado por debajo de la masa crítica imprescindible para ser escenario de iniciativa alguna. Los pueblos se quedan sin gente, los jóvenes se van, las escuelas se cierran.

¿Qué pasa? Pues que esta comunidad fracasa a la hora de poner en pie una economía rural moderna basada en la innovación y los recursos propios. Este es el modelo que permite, en otros países europeos, mantener vivas las áreas no urbanas... con actividades dirigidas a los mercados urbanos. La agricultura y ganadería de mimo, la producción y elaboración de alimentos de calidad, la artesanía y la pequeña industria avanzada, el turismo ecológico y cultural, los deportes de aventura, el reconocimiento, en fin, de los auténticos factores de desarrollo sostenible configura una alternativa que exige cada vez más sofisticación y conocimiento. Eso en Aragón no se da, o solo en algunos lugares. Aquí la falta de visión ha derivado en una obsesión por las infraestructuras, la destrucción de inapreciables recursos naturales y la proliferación de absurdos polígonos industriales donde albergar hipotéticas empresas que, por supuesto, vendrían de no se sabe dónde. El resultado, a la vista está.

Ni las instituciones (aferradas a los clichés más pasados y prestas a embarcarse en dudosos proyectos de desarrollo) ni la sociedad (incapaz de sobreponerse a sus atavismos cazurros) han entendido (salvo en meritorias y magníficas excepciones) el reto que se les presentaba. Así nos hemos convertido en la región europea que más transgénicos produce y hemos sido incapaces de industrializar las cuencas mineras; nos han entretenido con cuentos carísimos pero inútiles (aeropuertos, tecnoparques, embalses) y tenemos enormes problemas para promover el emprendimiento.

Y, claro, cada vez somos menos.

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