jueves, 27 de agosto de 2015

Nuestra (evidente) parte de culpa 20150827

Me producen cierto desasosiego y bastante asco esos comentarios en las webs informativas de quienes rechazan la extensión de la atención sanitaria a todos los inmigrantes. Sus obsesivos razonamientos ("no nos lo podemos permitir", "cada vez vienen más a vivir a nuestra costa") no solo parten de premisas falsas, sino que exteriorizan una visión excluyente, egoísta y contraria a lo más constructivo y lógico del humanismo. Pero además hay otro factor importante que no me canso de recordar: esos inmigrantes son refugiados que huyen de guerras que nuestros propios gobiernos atizaron de forma insensata no hace mucho. La invasión de Irak, la desestabilización de Siria y Libia, la torpe intervención en Afganistán o las operaciones encubiertas que han provocado sucesivas guerras en el África central son los desencadenantes de esta huida masiva hacia la seguridad y la riqueza de Europa (o de Estados Unidos, si quienes intentan cruzar la frontera son latinoamericanos que abandonan el descompuesto México, la convulsa Centroamérica o la violenta Colombia). Nuestros líderes electos, tienen mucha parte de culpa. Y cuando ahora tales líderes fingen que la cosa no va con ellos o incluso intentan sacar réditos políticos del rechazo social a esos millones de pobres que lo han perdido todo, su culpa se hace más y más grande. Tremenda.

Yo sé que Sadam, Gadafi o el sirio El Assad eran unos crueles dictadores (el último de los citados lo sigue siendo). Pero bajo sus truculentos mandatos, la gente de aquellos países no huía en masa. La llegada de tres millones de sirios a las fronteras sudorientales de Europa es un fenómeno nuevo, directamente relacionado con una guerra civil que se atizó desde aquí, como la de Libia. Las cancillerías occidentales, los ejércitos y los servicios de inteligencia, con los norteamericanos a la cabeza, se las han arreglado para fabricarle al yihadismo un perfecto hábitat en Oriente Medio. Hoy no saben cómo salir del atolladero.

Así que ahora se pretende enfrentar a los desgraciados que llegan con una reacción racista y xenófoba. Y no faltan miserables dispuestos a ello.

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