viernes, 11 de marzo de 2016

Por la fuerza de la gravedad (política) 20160311

Escribo desde el XVII Congreso de Periodismo Digital de Huesca, donde mi profesión se radiografía a sí misma en un apasionado intento de conjurar nuestros problemas y despejar el futuro. Tres colegas, las tres mujeres, responsables de comunicación en los ayuntamientos del cambio, abrieron fuego en una mesa redonda sobre nueva política. En un arranque de atormentada sinceridad hicieron todo lo que los manuales aconsejan no hacer a quienes se ocupan de las relaciones con los medios informativos: se refugiaron en el victimismo, describieron su cometido en clave meramente defensiva, culparon al mundo exterior de sus múltiples cuitas... y provocaron una tormenta de tuits adversos por parte de la concurrencia, muy poco proclive a mostrar compasión con quienes, a la postre, representan un poder emergente y ya no desfilan entre la gente de a pie sino en el triunfal carro de los jefes.

Podemos y los comunes de toda condición están cogidos en una trampa que en parte contribuyeron a montar. Son demasiado primerizos en casi todo. Han carecido de estrategias bien definidas. Han intentado superar tales carencias mediante golpes de efecto y una pretendida autoridad moral sobre los otros partidos... Además, efectivamente, han sido y están siendo objeto de durísimas campañas lanzadas en su contra. No les perdonan ni una.

Claro, ahora ZeC ofrece negociar un pacto de gobernabilidad con PSOE y CHA, justo lo que debió haber intentado tras las elecciones del pasado mayo. He aquí cómo las cosas caen por su propio peso. ¿Es una forma de reconocer que se equivocaron entonces? Lo es. Deberían reconocerlo.

Mientras, Podemos vive alguna tormenta interna (seguramente de menor intensidad que las desatadas en el seno de otras formaciones), y las profecías demoscópicas acosan a Iglesias y los suyos. Así que a la nueva izquierda solo le queda una salida: afrontar las cosas con serenidad, ejercer la autocrítica, dejar de quejarse, hacer a toda velocidad los deberes... y admitir que la política tiene su peculiar e insoslayable fuerza de la gravedad. 

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