sábado, 12 de marzo de 2016

Sí, la izquierda es más sensata que la derecha 20160312

La estrella del Congreso de Periodismo Digital de Huesca ha sido sin duda alguna el managing editor del Washington Post. Aureolado por los éxitos históricos y actuales de uno de los diarios más influyentes del mundo (ahora es propiedad de Jeff Bezos, el magnate fundador y dueño de Amazon), Emilio García-Ruiz, hijo de padres españoles, se presentó aquí desplegando inteligencia, simpatía, humor yanqui y una sabiduría periodística de quitarse el sombrero. Así que todo el mundo se le rindió, y él no tuvo reparo en atender a sus repentinos admiradores con un cariño y una paciencia encomiables.

El periodismo norteamericano de calidad vive un momento complicado. Debe operar en un país dividido como nunca entre izquierdas y derechas. En tales condiciones, mantener la transversalidad propia de los grandes medios se convierte en un malabarismo casi imposible. Para colmo, la figura de Donald Trump, emerge cual horrenda pesadilla. Está a un milímetro de ser el candidato del Partido Republicano, gracias a ese ejercicio de democracia participativa que son los caucus de las primarias. Frente a él, los progresistas, después de mostrar una amplísima simpatía por el socialista Bernie Sanders, acabarán por alinearse con Hillary Clinton. No porque les encante el personaje, sino porque parece la opción más sensata. Y la izquierda de estos tiempos, en los USA y en Europa, es mucho más razonable y contenida que la derecha.

No existe parangón alguno para el extremismo conservador de los telepredicadores del Cinturón de la Biblia estadounidense, de los agitadores neocon, de las figuras del demencial Tea Party. Simultáneamente, la izquierda ha promovido personajes tan templados como el propio Barack Obama, caballeros como el aspirante Sanders o figuras convencionales del Partido Demócrata como Clinton. Media una distancia sideral. Lo mismo pasa en Europa. La ultraderecha populista (y parafascista) no tienen límites ni se anda con tontadas... Aunque los malos oficiales sean los pobres griegos de Siryza (o los chapuzas asaltacielos de Podemos). 

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