sábado, 22 de septiembre de 2012

Desafío a las izquierdas políticas y sociales 20120922

Qué días: la dimisión de Aguirre, la irrupción televisiva de Rubalcaba, el Rey explayándose en su nueva web, la muerte de Carrillo, el desencuentro entra Rajoy y Mas... Y aquí esa cosa que llamamos debate sobre el estado de la Comunidad. Apenas ha habido tiempo para comentar lo que dio y dará de sí la concentración convocada por las cumbres sociales hace una semana en Madrid. Tengan por seguro que fue una enorme demostración, un acto de masas que desplegó trescientas mil personas (quizás más) en el eje Nuevos Ministerios-Colón-Neptuno-Atocha. No, la manifestación no fue un fracaso. Pero, si hemos de ponernos exigentes, tampoco alcanzó la dimensión descomunal que algunos imaginaban. Faltaron otros doscientos mil más para petar el centro de la capital del Reino. En cualquier caso, el Gobierno está a lo que está: resistir hasta vencer. Y la sociedad civil debe corresponderle lanzándose directamente a su misma yugular. 

El momento es muy delicado. El bando gubernamental nota el desgaste, la presión de la calle. Pese a todo, sabe que aún no existe una alternativa política clara que inspire y dé profundidad estratégica a la movilización popular. Luego está el intento simultáneo de los nacionalistas catalanes y madrileño-españolistas de convertir el conflicto social en un choque de voluntades patrióticas. Finalmente tenemos el descrédito de las izquierdas oficiales.

Ha ocurrido otra cosa: tras el 15-S, la exigencia de un referéndum sobre las medidas de ajuste tiene menos interés que nunca. En Madrid la gente ya no pensaba en eso, sino en forzar la dimisión del actual Ejecutivo. ¿Cómo? Mediante un hostigamiento constante como respuesta a los recortes. Consolidando los organismos de coordinación de sindicatos, asociaciones, plataformas, mareas, sectores... Ni siquiera sería urgente convocar una huelga general. Mucho más útil resultaría que todo ese movimiento creara un programa común capaz de comprometer a las fuerzas políticas de la izquierda y tal vez inspirar potentes candidaturas unitarias en las próximas confrontaciones electorales. ¿Por qué no? 

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