viernes, 14 de septiembre de 2012

¿Qué es un negocio 'de expectativa'? 20120914

Los negocios de expectativa son la quintaesencia de la especulación, un truco destinado a ganar pasta sin arriesgar un céntimo. Cabía suponer que este tipo de juegos malabares se acabaría definitivamente tras el estallido sucesivo de las burbujas financiera e inmobiliaria. Pero no, la cosa aún da juego. Y fíjense: desde que se hizo oficial que Eurovegas irá (ya veremos a qué) a Madrid, las acciones de las inmobiliarias que cotizan en Bolsa han empezado a subir. Metrovacesa, que por lo visto tiene terrenos en la zona donde supuestamente irá el complejo de ocio adulto, ha duplicado su valor en unos días. Los seis bancos que poseen dicha compañía están haciendo caja sin que el proyecto de Adelson sea algo más que una oferta indefinida, sin financiación, sin un diseño claro, sin operadores... Eso sí, al capo de la operación le sobran osadía y cómplices.

En un negocio de expectativa lo que cuenta es vender el proyecto, que ha de ser sugestivo, potente y muy prometedor (en imagen, en inversiones, en puestos de trabajo). Los promotores no van a poner dinero (apenas el imprescindible para presentarse en sociedad e incluso eso puede correr por cuenta de alguna institución), pero dan a entender que sí. A partir de ahí, establecen conexiones políticas, fundamentales para obtener respaldo institucional, normativa ad hoc, terrenos, infraestructuras, imagen... todo por la cara y a cuenta del contribuyente. Así se crea marca, se configura un imaginario y se puede empezar a rentabilizar la operación. ¿Cómo? Vendiéndola entera o por partes (dar el pase), captando socios, atrayendo operadores, obteniendo créditos. Naturalmente hasta ese momento no se ha hecho nada. Tal vez nunca se haga. Eso no es lo importante. Se ofrece humo, ilusión... expectativa.
Verbi gratia, Gran Scala. Sus gestores eran unos mindundis y su ambicioso plan les venía grande: pero llegaron lejos. Su peripecia fue estudiada por personajes con más cuajo. De ahí han surgido Eurovegas y su versión catalana. El entusiasmo que han despertado evidencia que España sigue siendo un pobre país de sinvergüenzas e ilusos. Que los dioses nos protejan. 


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