sábado, 1 de septiembre de 2012

En manos de los 'brokers' ludópatas 20120901

La semana pasada, en Castejón de Sos, se celebró el X Encuentro de Periodismo en Altura, que incluyó una mesa redonda con la participación de la magnífica Rosa María Calaf y los corresponsales en Bruselas de El País y Cinco Días, Andreu Missé y Bernardo de Miguel. Estos dos últimos, autores de sendos libros (La crisis del euro y ¿Qué está pasando?), son dos espléndidos analistas de la actualidad económica y ya ejercieron de tales en Zaragoza, en una presentación que tuvo lugar en el Teatro Principal.

El caso es que, en algún momento del debate entre mis colegas (con la participación del público asistente), se planteó una de las cuestiones claves en este barullo de la crisis financiera: ¿existe una conjura contra el euro? Y si así fuera, ¿quién estaría detrás de ella?, ¿a quién podría beneficiarle el colapso de la moneda europea? Missé y De Miguel repasaron posibilidades y evaluaron móviles hasta alcanzar una conclusión lógica: ni China ni EEUU desde fuera ni Alemania desde dentro habrían de tener interés alguno en desarticular la economía de la desnortada UE. Más bien al contrario. No hay pues razones objetivas para este guirigay. Salvo...

Salvo que pongamos el foco sobre otros actores del drama. Entonces nos encontraríamos con que la desregulación de las finanzas y el vacío político han incrementado de manera exponencial el poder de la banca y los grandes fondos de inversión. En un universo global sin ley ni orden, las macroentidades financieras son el poder real y quienes toman las decisiones dentro de ellas (altos directivos, superbrokers y agentes capaces de mover en segundos enormes cantidades de dinero) son auténticos amos del universo, locos y caprichosos dioses adictos al gran juego del beneficio inmediato. Estas gentes están metidas en una vorágine imparable. Con el riñón bien cubierto por ingresos multimillonarios, imaginan apuestas cada vez más arriesgadas y les importan un rábano las consecuencias a medio y largo plazo de sus tejemanejes. Amorales, destructivos, inhumanos... O acabamos con ellos o ellos acabarán con nosotros. 

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