sábado, 8 de diciembre de 2012

Esto de la CAI (y de Ibercaja) es de traca 20121208

La absorción de Caja 3 por Ibercaja sigue siendo una operación tan opaca que si se contempla desde fuera produce vértigo (a la postre las cajas son entidades sociales, que si pertenecen a alguien es a sus impositores), pero vista desde dentro (sobre todo desde dentro de la CAI) provoca verdadero pánico. Porque, claro, digo que el tema es oscuro, y sin embargo alguno de sus detalles si que va quedando claro. Por ejemplo el programado despido de 600 empleados de la absorbida, la mayoría de los cuales serán aragoneses.

Desde el primer momento mostré mi perplejidad ante el hecho de que esta integración financiera se estuviese cociendo en selectos cenáculos fuera del escrutinio público. Pero ahora la cosa está llegando mucho más lejos, pues el proceso parece haberse acelerado sin que conozcamos sus datos más básicos. ¿Cuáles son los montos reales de la operación? ¿Cómo ha sido valorada la CAI (y por extensión Caja 3)? ¿Quién y cómo ha establecido las condiciones de lo que va a ser una compra o apropiación en toda regla? ¿Por qué no han sido convocadas aún las asambleas generales de las entidades afectadas? ¿Qué postura mantienen al respecto los representantes de las instituciones en los respectivos consejos de administración? ¿Por qué la CAI ha de sufrir una reestructuración aún más brutal que la de las cajas-bancos nacionalizados? ¿Qué planes tiene Ibercaja para el futuro?

Las ediciones digitales de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN y las redes sociales echan fuego. La crisis inmobiliario-financiera es un iceberg. Solo se atisba fuera del agua una séptima parte del témpano. El resto permanece sumergido y poderosas fuerzas empujan para mantenerlo oculto. La absorción de Caja 3 (que, me parece, empieza a resultar incómoda para la propia Ibercaja) se justifica formalmente aludiendo a las indicaciones de Bruselas y al éxito que supondría configurar un nuevo Banco Aragonés, cuya naturaleza final también se desconoce. Sin embargo, a ras de suelo, hay otras lecturas posibles. Casi 600 trabajadores van a pagar los platos que unos pocos rompieron.

Qué vergüenza. 

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