martes, 6 de octubre de 2015

A quemar carbón y que se joda el mundo 20151006

Suelo insistir una y otra vez sobre el despiste estratégico de esta bendita Tierra Noble, lo cual me ha dado fama de tocapelotas, espantapájaros y eterno pesimista. Pero luego (dicho sea sin ánimo de presumir de nada) viene la realidad a demostrar, de manera tan inequívoca como descarnada, que Aragón carece, en efecto, de visión de futuro, criterios sólidos y esa cosa que solemos llamar sentido común (aunque tan vital sentido ya no sea lo que fue desde que Rajoy se empeña en atribuírselo a quienes, como él, distinguen entre un vaso y un plato).

El caso es que Aragón produce hoy más energía quemando carbón que mediante los generadores eólicos. Así, retrocedemos alegremente hacia el siglo pasado (el XIX, se comprende). Meterle fuego al lignito es un método atrasado, sucio, ineficiente y causa obvia del calentamiento global, que es en estos momentos el mayor desafío que afronta la humanidad. Ustedes me dirán que gracias a esas piras contaminantes sobrevive la minería (el único asidero de algunas comarcas aragonesas). Y yo les daré la razón e incluso cantaré Santa Bárbara Bendita, uno de los más bonitos y emotivos himnos que conozco. Pero habré de volver a la primera y fundamental evidencia: producir energía a partir del carbón es un atentado contra el medio ambiente. Y no está el medio ambiente para bromas, porque la subida de las temperaturas aquí y en todo el planeta provoca ya tremendas catástrofes. Por eso el mundo mira hacia las renovables. Solo en España (y Aragón la más famosa) ha querido el Gobierno hundir tal sector y frenar su progresión tecnológica (que era referente mundial) sustituyéndola por el carbón (caro y contaminante), y la nuclear (peligrosísima, por supuesto).

El desastre para las cuencas mineras aragonesas nunca fue el cierre de las explotaciones, que ya debiera ser un hecho. Sino nuestra incapacidad para sustituir el carbón por otras actividades. Se han tirado (sí, tirado) cientos de millones en proyectos fracasados que no hacen sino incrementar la dependencia económica y la decadencia del Bajo Aragón. Ahí está el drama. 

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