lunes, 20 de agosto de 2012

Alguien llena el vacío político 20120820

La política es imprescindible. Aristóteles definió al ser humano como un animal político. Y quienes se proclaman apolíticos o antipolíticos abren la puerta al despotismo, que es la forma más elemental, brutal y corrupta de hacer política (recuerden a Franco). Siempre habrá alguien que posea y utilice el factor político por excelencia: el poder.

Europa es hoy un vacío político. Su unidad económica y monetaria se ha construido sobre un armazón inconsistente: no hay un Gobierno de verdad ni un Parlamento auténtico ni un Banco Central que funcione como tal. Esto se nota cada día. No solo han persistido diferencias entre los estados (que tienen distintas leyes, normas y sistemas fiscales) sino que en el mundo la UE es percibida como un galimatías incoherente. En el ámbito de la política internacional los europeos somos apenas nada.

Pero si un cuerpo desaparece y deja un vacío este tiende a ser ocupado de inmediato por otro cuerpo. Es justo lo que ha sucedido. Algunas personas no acaban de captarlo, pero es evidente que en esta crisis se está visualizando la sustitución de instrumentos políticos esenciales, que no existen, por otros mecanismos (los mercados) cuyo poder no emana del pueblo sino de la pura y simple codicia. El Banco Central Europeo (no digamos ya fantasmas errantes como el Banco de España) no controla las finanzas de la eurozona, no inspecciona las transacciones, no advierte las irregularidades, no sanciona a quienes se descontrolan. Eso, con otros procedimientos, lo están haciendo las agencias de rating, que fiscalizan, ponen notas, estigmatizan y orientan los flujos de capital a su ¿albedrío?, ¿conveniencia? Empresas privadas son hoy jueces y parte en la calificación de países, regiones y bancos. ¿A quién sirven? A la ciudadanía desde luego que no. Simultáneamente, los fondos de inversión determinan la política monetaria, de la que el BCE está desentendido. Los brokers tienen un poder fabuloso en el ratón de su ordenador. Barren para casa, por supuesto. No son hermanitas de la caridad, sino un nuevo tipo de piratas sin alma ni escrúpulos. Tienen el poder. Hacen política. 

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