viernes, 24 de agosto de 2012

Cómo hacer economía por otros medios 20120824

El prusiano Carl von Clausewitz definió la guerra como la continuación de la política por otros medios. Una manera bastante certera de describir el maridaje entre persuasión y violencia, convicciones y terror, que concita la pugna por el poder. Por idéntica regla de tres podríamos decir que el crimen organizado es la continuación de la economía por otros medios. Verbi gratia: la actual crisis financiera.

Algunas personas siguen pensando que la economía global es un ámbito regido por la pura y lógica ley del mercado, en un proceso constante y legítimo de búsqueda de la felicidad humana a través de la ganancia. Pero, claro, las cosas son un poquito más complicadas vistas de cerca. Contemplen, por ejemplo, el barullo ese de los empleados de bancos suizos que venden a los gobiernos de Alemania, Francia... o España datos sobre las secretas (y fraudulentas) operaciones helvéticas de algunos prominentes ciudadanos suyos. El dinero va y viene desde Luxemburgo, el Vaticano o Andorra, a las islas del Caribe, a Gibraltar, a Singapur, a los Mares del Sur. Por el camino se lava, se tiñe, se hace la cirugía estética... Circuitos creados en algún momento para reciclar el dinero procedente del crimen organizado se han convertido en sistemas abiertos a personajes presuntamente honestos. Al final, poderosos industriales, magnates de la energía o de las comunicaciones, especuladores al filo de la ley e inversores de gran calibre son compañeros de viaje de los jefes de los cárteles, los traficantes de armas y seres humanos o los promotores de guerras en las zonas sensibles del planeta. Conectados por anónimos brokers, todos estos personajes acaban compartiendo una compulsiva querencia por las altas tasas de beneficio y un absoluto abandono moral. ¿Cómo, si no, vendría el coltán de nuestros móviles desde el ensangrentado interior del Congo? ¿Qué explicación tendrían prácticas bancarias tan al filo de la ley como las famosas subprime o nuestras preferentes?

Total que al pobre Capone lo trincaron por evasor de impuestos. En esta época el gángster hubiera sido un conocido inversor. Y tan campante. 

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