viernes, 3 de agosto de 2012

Aquí hay más dinero que vergüenza 20120803

Esta vez Draghi no estuvo fino. Nuestro Mariano, en su línea, se quedó pasmado. Muchas autonomías (empezando por Madrid, que de buena leche está doña Espe) hacían cuentas, pues tenían calculado un techo de gasto que no coincide con el asignado por el Gobierno central. Aragón, no obstante, mostró su entusiasta conformidad con lo decidido por los jefes de los jefes. Y así pasamos el día, con la prima poniéndose histérica otra vez y la Bolsa retrocediendo de nuevo. No hay dinero, dicen muy compungidos los gestores de la cosa pública.

¿No hay dinero? Según se mire. Si ahora mismo van ustedes en Zaragoza, Huesca o Teruel a cualquier banco o caja de ahorros que alquila cajas de seguridad les dirán que no tienen ninguna libre. Hay largas listas de espera. Y desde luego no creo que la gente quiera usufructuar uno de esos cofres para meter en él la colección de cromos del niño. Esos receptáculos están previstos para guardar en ellos joyas, objetos supervaliosos, documentos comprometedores, cosas ilegales (drogas, armas o así)... y dinero. Pasta en metálico, billetitos morados.

El dinero no es solo una fantasmagoría encarnada en hipotéticos asientos contables, también tiene una entidad física, muy física. No es cierto que durante la era del ladrillo dorado todas las transacciones fueran un mero ejercicio informático. ¡Pero si en muchas de ellas la gente iba con la billetada (de a 500, de a 200) metida en una bolsa de plástico! Hipotecas y créditos han dejado y dejan su huella perdurable. Los déficits y fallidos tanto privados como públicos están ahí, aplastándonos con su peso. Hubo quienes se hicieron ricos (o más ricos aún) pillándolas. Y esas fortunas no se han esfumado aunque sus afortunados propietarios las hayan remitido al correspondiente paraíso fiscal.

El dinero, cierto dinero, está escondido en cajas fuertes, en el doble fondo de los armarios, en cuentas corrientes de bancos suizos, luxemburgueses o incluso vaticanos (que también la Santa Sede bendice las contabilidades B), ha sido guardado a buen recaudo tras escamotearlo al fisco... Solo espera nuevas oportunidades. 

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