viernes, 17 de agosto de 2012

No son las instituciones, son los partidos 20120817

Ha tenido éxito esa visión de las cosas según la cual España está en el hoyo por culpa de su inflamación institucional: cinco o seis niveles administrativos que se solapan, mogollón de cargos electos, asesores, consultores, contratados y paniaguados de toda condición; una tupida red de sociedades públicas cuyos directivos hacen y deshacen a placer; subvenciones millonarias a partidos, patronales y sindicatos; prebendas, protocolos, coches oficiales, guardaespaldas, comidas de trabajo, gastos de representación, dietas, complementos... Bueno, creo que he citado casi todo, y si falta algo ustedes lo añaden mentalmente y no se hable más. En resumen, son bastantes los ciudadanos que al explicarles los gastos públicos de dudosa rentabilidad, sean infraestructuras inútiles o macroeventos desatinados, te leen o escuchan sin interés, porque ellos ya saben cual es el quid de la cuestión: el sueldo de los políticos, la pasta que se llevan los sindicatos, las embajadas que se han montado los catalanes, el Senado y las comarcas. Mandamos todo eso a cascarla y no habría necesidad de más recortes.

Algo de razón ya tienen, pero me temo que un ajuste drástico de las partidas presupuestarias destinadas a instituciones y a organizaciones políticas o sociales no alcanzaría el montante que algunos se imaginan. Además el gran problema no está en lo que cobran quienes nos representan, sino en su capacidad para ejercer el cargo que ocupan, en su honestidad, en su vocación de servicio público. No se trata solamente de reducir el número de cargos y asesores, sino de lograr que dichas personas trabajen con eficacia y altura de miras.

La clave está en los partidos. Son esas estructuras las que determinan la función de las instituciones (y no al revés). Es allí donde se produce la selección de quienes van a ser candidatos y donde se elaboran los programas. Y si dichos candidatos y programas son la estafa que suelen ser, todo se viene abajo. Por eso la regeneración de esta democracia en crisis debe empezar por los partidos. Estando como están (hablo en términos generales), mejor no hacerse ilusiones. 

JOSÉ LUIS Trasobares 17/08/2012

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