sábado, 25 de agosto de 2012

No empañen la dignidad de las víctimas 20120825

No logro entender qué sentido tiene prolongar unas pocas semanas más el encarcelamiento de un terrorista enfermo de cáncer y cuyas expectativas de vida no van más allá de unos meses. Enredar las leyes vigentes para extremar el rigor sobre ese reo ni resarce a las víctimas de ETA ni les aporta un ápice de dignidad, más bien todo lo contrario.

Antes de seguir, cumpliré con el ritual y proclamaré la criminal naturaleza del terrorismo etarra. Ratifico cualquier calificativo que quieran ustedes adjudicar a su enloquecida trayectoria de muerte y destrucción, que por fortuna ya ha terminado. Pero ahora no estoy hablando de la miseria de los asesinos, que es cosa evidente, sino de los riesgos que tienen esta sociedad y sus instituciones de hacerse también miserables poniéndose a la altura de los matarifes. Por desgracia, el PP ha sembrado vientos en lo que a este asunto se refiere y ahora recogerá tempestades. Es obvio que parte de su militancia rechazará no ya un giro hacia el pragmatismo y el sentido común en la política de Interior, sino la simple y normal aplicación de las leyes. Mayor Oreja es el símbolo perfecto de este delirio oportunista: se rasga las vestiduras si son otros los que hacen aquello que hacía él mismo cuando fue ministro (y además uno de los más ineficaces en la lucha contra la violencia).

Frente al crimen, la víctima sólo puede oponer su dignidad, su superioridad moral, su pervivencia en la memoria de las gentes. Reparemos en cómo las víctimas del franquismo y sus familiares (millones de españoles) fueron capaces de aceptar y defender una Constitución democrática aunque monárquica. Hubieron de asumir que los jueces del TOP o los policías de la BIPS (con las manos manchadas de sangre) siguieran siendo funcionarios. No tuvieron nunca la reparación que merecían. Pero la dignidad de los muertos, de los exiliados, de los prisioneros y de los represaliados persiste, inmensa, y se hará eterna... como la vileza de sus verdugos.

En Euskadi el terror ha capitulado ante la democracia. ¿No es ésa la mejor victoria de las víctimas? 

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