Estamos asistiendo aquí y ahora a un proceso de deconstrucción de la
democracia que discurre en paralelo a otro destinado a construir a cal y
canto la impunidad de las llamadas élites extractivas en todas sus
variantes. España es un laboratorio político, económico, jurídico y
cultural donde se producen experimentos fascinantes. Desde la forma en
la que Rajoy y los suyos pretenden soslayar a su examigo Bárcenas hasta la peripecia de la escritora Lucía Etxebarría
en un reality show de Tele 5, todo exhala el inconfundible tufo de la
nueva y delirante era que nos tocará vivir; una época en la que todo se
convierte en espectáculo y es el papa Francisco quien anima la
lucha de los indignados de Brasil y el mundo sobre las arenas de
Copacabana, tan empapadas de lujuria y otros pecados de la carne.
Puro siglo XXI, amigos. Recordarán que el domingo ya escribí sobre los
misterios de la absorción de Caja3 por Ibercaja. Debo añadir que en esta
movida hay pequeñas anécdotas colaterales e insuperables. Léanse lo
publicado en este diario sobre el megafondo que pensiona al señor García Toledo, abogado del Estado y exdirector general adjunto de la caja maculada.
Saber que se obtienen jubilaciones (anticipadas) de 170.000 mil euretes
anuales por tan solo once años de trabajo inspira a quienes tememos que
nos jodan la jubilación cuando lleguemos a ella tras cinco decenios de
curro. Parece que la Fiscalía está mirando el tema. Dudo que la
investigación llegue muy lejos. El Supremo, en su fallo (nunca mejor
dicho) sobre el caso de las suculentas dietas que la señora Barcina, presidenta navarra, cobró de la CAN, ha dejado meridianamente claro que una cosa puede ser fea pero no ilegal, y entonces... Entonces, por la misma regla de tres, el otro supergarcía de la CAI, García Montes,
exdirector general contra el cual se ha querellado la entidad, es muy
fácil que también salga de rositas. Se las llevó crudas (él y su
delegado en Andalucía, un exconsejero de Trabajo con Chaves)... Qué cosa más natural.
Duro se presenta agosto. Rajoy, en capilla. Griñán, de retirada. Y los trabajadores de (ex)TUZSA, cabreados.
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