El Consejo del Agua de la Cuenca del Ebro aprobó un proyecto de Plan
Hidrológico muy poco lógico. Suele ocurrir. Su gran novedad es que la
reserva estratégica (¿?) adjudicada a la Comunidad aragonesa nos abrirá
las puertas de la Junta de Explotación del Bajo Ebro, lo cual podría
permitir a nuestro ínclito Gobierno autónomo oponerse a cualquier
trasvase... o cobrarlo a tanto el hectómetro cúbico. El colacao es tan
llamativo que los expertos consultados dudan de que algún tribunal
permitiese semejante cosa. Pero en el Plan va. Como va la desprotección
de Canal Roya e Izas, que ya no son reservas fluviales porque Aramón (la
arruinada empresa semipública que en estos momentos intenta refinanciar
su terrorífica deuda) pretende hacer pasar por allí un telecabina para
arrejuntar ¡el mayor dominio esquiable de Europa! Es indudable que no
hay pasta para semejante delirio, como lo es su dificultad técnica y su
brutal impacto medioambiental. Pero estamos en el país de las majaderías
(Aragón y España entera, Cataluña incluida), donde los mandamases
alucinan en colorines (sobre todo en los colorines de los billetes de
quinientos euros) y la ciudadanía va y viene del pánico a la indignación
y del despiste a la burricie.
Lo del Plan del Ebro no deja de
ser un brindis al sol. Mas por pedir y decir tontadas no ha de quedar.
Por presumir, tampoco. Fíjense que esta semana próxima vendrá a
Figueruelas el presidente Rajoy, a lucirse porque Opel va a traer la producción de un nuevo modelo. Como si eso lo hubiera logrado Marianico tirándole de la enagua a Merkel
(o a quien corresponda) y no los trabajadores, currando, negociando y
dejándose los pelos en la gatera de la crisis. Así estamos.
Como queremos. Al muy caritativo Amancio Ortega
le han tenido que decir en los tribunales que apoquine una
supermillonada en impuestos. La Expo (o sea, nosotros) será responsable
civil de la estafa aquélla de los adjudicatarios del merchandising. Messi
se está arreglando con Hacienda tan ricamente. Hace un calor que te
torras, y si mañana hubiese elecciones la gente saldría corriendo. Qué
pereza.
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