El anuncio de la retirada (en diferido) de Griñán ha
desencadenado una serie de movimientos internos en el PSOE cuya
significación, alcance y objetivos no los entienden ya ni los
monaguillos más veteranos de Ferraz. Como aquellas misas dichas en
latín, que los fieles secundaban levantándose, sentándose o
arrodillándose sin comprender ni papa, las movidas internas del PSOE han
degenerado en un ritual hermético, absurdo e incomprensible. No motiva a
los votantes ni a los simpatizantes ni siquiera a los militantes que
carecen de cargo público remunerado. La verbena solo atañe a quienes
untan el churro, aunque sea con un puesto de tercera. Los cuadros colocados
se traen y se llevan unas movidas tan marcianas, y han complicado de
tal forma el arte de sobrevivir en el medro que se lían, se obcecan y se
precipitan hacia el desastre confundiéndolo con la salvación. Rubalcaba,
el primero y principal, da ejemplo dirigiendo un extraño proceso de
supuesta renovación que en realidad es una prórroga de su propio tiempo,
el tiempo eterno.
El otro día, el jefe sociata fue a Moncloa a retratarse con Rajoy
para escenificar el pacto ése que ambos decían haber suscrito para
apoyar conjuntamente medidas de reactivación en el ámbito europeo (pacto
intangible y perfectamente inútil) . Mariano esperó a su
adversario-aliado subidito al escalón del porche que guarece la entrada
principal al palacete. Así, cuando Alfredo llegó, como además es más
corto de estatura que el otro, se quedó allí abajo, casi como
reverenciando al presidente. Las fotos difundieron ese momento, que ha
llenado de zozobra a los socialistas que todavía consideran a su partido
un vector ideológico y político y no un gestor de intereses
particulares. La ilusión de unas primarias abiertas (a la francesa),
capaces de resintonizar al PSOE con la gente de la calle (esa gente que
ve cómo la derecha revierte al país a las tristezas de los Sesenta) se
disipa en el viento. La recuperación de una mínima voluntad progresista
parece imposible. Griñán tiene heredera oficial. Rubalcaba amaga con
autoheredarse. Qué cosa tan lamentable.
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