martes, 2 de julio de 2013

Rubalcaba, Griñán y la misa en latín 20130702

El anuncio de la retirada (en diferido) de Griñán ha desencadenado una serie de movimientos internos en el PSOE cuya significación, alcance y objetivos no los entienden ya ni los monaguillos más veteranos de Ferraz. Como aquellas misas dichas en latín, que los fieles secundaban levantándose, sentándose o arrodillándose sin comprender ni papa, las movidas internas del PSOE han degenerado en un ritual hermético, absurdo e incomprensible. No motiva a los votantes ni a los simpatizantes ni siquiera a los militantes que carecen de cargo público remunerado. La verbena solo atañe a quienes untan el churro, aunque sea con un puesto de tercera. Los cuadros colocados se traen y se llevan unas movidas tan marcianas, y han complicado de tal forma el arte de sobrevivir en el medro que se lían, se obcecan y se precipitan hacia el desastre confundiéndolo con la salvación. Rubalcaba, el primero y principal, da ejemplo dirigiendo un extraño proceso de supuesta renovación que en realidad es una prórroga de su propio tiempo, el tiempo eterno.

El otro día, el jefe sociata fue a Moncloa a retratarse con Rajoy para escenificar el pacto ése que ambos decían haber suscrito para apoyar conjuntamente medidas de reactivación en el ámbito europeo (pacto intangible y perfectamente inútil) . Mariano esperó a su adversario-aliado subidito al escalón del porche que guarece la entrada principal al palacete. Así, cuando Alfredo llegó, como además es más corto de estatura que el otro, se quedó allí abajo, casi como reverenciando al presidente. Las fotos difundieron ese momento, que ha llenado de zozobra a los socialistas que todavía consideran a su partido un vector ideológico y político y no un gestor de intereses particulares. La ilusión de unas primarias abiertas (a la francesa), capaces de resintonizar al PSOE con la gente de la calle (esa gente que ve cómo la derecha revierte al país a las tristezas de los Sesenta) se disipa en el viento. La recuperación de una mínima voluntad progresista parece imposible. Griñán tiene heredera oficial. Rubalcaba amaga con autoheredarse. Qué cosa tan lamentable. 

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