Aquí sí me permito ser categórico, y paso de encuestas, estudios
sociológicos o cualquier otro truco de los arúspices consagrados: si el
PSOE celebra tarde (y forzosamente mal) un congreso manejado por el
aparato oficial y a mayor gloria de Susana Díaz, jamás resucitará como
organización relevante en la política española. Con la Gestora
retorciendo los Estatutos para enfriar el ánimo de los militantes y una
actuación en el día a día desalentada, subordinada y vergonzante, el
socialismo español está justo donde lo quiere... el PP. De hecho, los
argumentarios conservadores (repetidos con sin igual disciplina por
portavoces, analistas y tertulianos del ramo) proponen y alaban al PSOE
surgido del golpe de mano contra Sánchez. Desde aquel momento no han
existido mejores intérpretes de las esencias socialdemócratas (las de
verdad, las fetén) que las buenas gentes de derechas. Qué milagro,
¿verdad?
Tal y como están las cosas, una Díaz elevada a categoría
de secretaria general no funcionaría al norte del Tajo como candidata
socialista a la presidencia del Gobierno. Y ya veríamos al sur. Ni
siquiera dando por hecho que los de Iglesias y los anticapitalistas
seguirán empujando a Podemos hacia la irrelevancia izquierdizante. Será
por eso que en los medios conservadores ya apenas salen a colación los
EREs, los cursos de formación, Mercasevilla y otras lindezas (además, no
vendría a cuento en mitad de la campaña para santificar a Rita Barberá y
rehabilitar al PP valenciano). Al asturiano Javier Fernández me lo
llevan entre algodones, no se les venga abajo.
De esta manera,
Pedro Sánchez sigue siendo ahora mismo la mejor opción que tienen los
socialistas. Lo saben los militantes, los simpatizantes y los votantes.
El exsecretario general defenestrado es el único líder factible: víctima
de la conjura, firme en su propósito, aclamado por las bases. Eso... o
aparece algún inesperado (y desconocido) mirlo blanco. En todo caso, el
partido habrá ser refundado y reorganizado. Porque este, el de ahora, le
gusta tanto al PP... que no resulta ni verosímil.
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