Incluso algunos significados integrantes de Zaragoza en
Común ponen en cuestión la consulta sobre el trazado de la Línea 2 del
tranvía. Por una simple razón: con una participación tan escasa
(inferior al 1%), la democracia se esfuma y el valor del resultado es
igual a cero. Por ahí se han colado asimismo los tranviafóbicos de la
derecha.
Las consultas abiertas, referendos, primarias e
incluso el propio sufragio universal han sido muy criticados al hilo del
brexit y la victoria de Trump. El presentismo habitual olvida las
convocatorias que permitieron a la ciudadanía de diversos países
refrendar sus constituciones, poner fin a dictaduras (como la de
Pinochet) u optar (en Estados Unidos o Suiza) entre diversas
alternativas referidas a importantes asuntos. Las urnas son un
componente fundamental de la democracia... Aunque la democracia precisa
algo más que urnas. Esa es la cuestión.
El
15-M exigió democracia participativa como reacción a la devaluación de
una democracia representativa reventada desde dentro por los propios
partidos. Pero ya en las asambleas de plazas y acampadas, la viabilidad
de un debate y una toma de decisiones permanentes entró en vía muerta.
Se aprobaban manifiestos y programas muy bien intencionados pero de nula
utilidad. Peor todavía: la gente normal, la que debía ir a trabajar o
estudiar al día siguiente, fue retirándose. Y allí solamente quedaron
los radicales más motivados, los activistas obsesos, los frikis, los
desocupados... Al final, nada.
Podemos ha heredado y
teorizado el espíritu de la democracia participativa, directa. Pero
ahora comprueba la existencia de un problema crucial: la gente no
participa. Es más, sin un contexto de deliberación, toma de conciencia,
educación cívica y vocación ciudadana, el derecho a decidir pierde
sentido y al final queda en manos de ínfimas minorías muy activas. No
basta con convocar consultas. Si acaban como la del tranvía, se está
dando la razón a quienes, cargados de cinismo, piensan que el pueblo, en
realidad, está para votar cada cuatro años y luego obedecer a los
jefes. Hay que hilar más fino.
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