martes, 13 de diciembre de 2016

Lo están dejando imposible 20161213

Por causa de su sobreexposición, aquellos personajes de los que habla todo el mundo acaban generando en la opinión pública una visión generalizadora. De esta manera, los padres de niños discapacitados o con enfermedades raras van a sufrir en sus carnes las consecuencias del caso Nadia, aunque ellos sean personas honestísimas y sus demandas sean las más justas que pudieran concebirse. Los periodistas, por nuestra parte, seremos vistos de acuerdo con los estereotipos producidos en paralelo por Cebrián o Inda, por más que muchos de nosotros seamos humildes trabajadores que intentamos cumplir con las obligaciones que nos son propias. Y los políticos aragoneses (sobre todo los de izquierdas) arrastrarán como una marca indeleble las ruraladas de Lambán o la incapacidad de Echenique para trabar un discurso comprensible.

Lo malo no es el impacto concreto que tengan (en las teles y otros medios o en las redes) esas noticias, entrevistas o desbarres (¡por los dioses, don Javier, a quién se le ocurre confundir mando con liderazgo!), no... lo peor es que tales expresiones, repetidas una y mil veces, dejan tras de sí un terreno arrasado, un personal mosqueadísimo y la sensación de que aquí y ahora todos somos bicharracos de la misma camada.

No sé qué clase de habilidades retóricas, qué inteligencia emocional, qué carisma y qué potencia programática habrán de tener, por ejemplo, los futuros dirigentes políticos de la Tierra Noble para resultar convincentes, ganarse a la gente y ser reconocidos por sus virtudes. Por extensión, díganme cómo podrán los personajes públicos españoles que lleguen a cualquier escenario (institucional, empresarial, cultural) demostrar al escamadísimo público su honestidad y altruismo.

También cabe la posibilidad de que la gente se haga a todo y todo lo perdone, o que les justifique a unos lo que no tolerará en otros. De momento, las estrellas del fútbol ya están por encima del bien, del mal y de Hacienda. Por eso, a Ronaldo, cuando quieren insultarle, le dicen maricón... pero no defraudador.

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