viernes, 23 de diciembre de 2016

Para Iglesias, solo el reintegro 20161223

Se han quedado las personas de orden un poco mosqueadas con eso de que en Ferraz, pista central del circo socialista, aterrizasen cinco décimos del Gordo, y que en Pinos Puente (Granada) el Partido Comunista propiciara una auténtica lluvia de millones al repartir el segundo premio de la Lotería Nacional. Bueno... ya se sabe que las izquierdas son afortunadas en el juego porque de amores van fatal, y lo suyo es un perpetuo divorcio. De hecho, no faltaron en la sede madrileña del PSOE pugnas, rebotes y maledicencias sobre los famosos cinco décimos: cómo llegaron, quién se quedó con ellos, por qué no fueron repartidos según las reglas igualitarias de la auténtica socialdemocracia. En fin...

Cabe suponer que los podemistas no creeen en los juegos de azar ni se dejan seducir por la caprichosa suerte, sino por la razón del pueblo empoderado. Pero Pablo Iglesias se dio ayer con un canto en los dientes cuando le ganó la partida a su amigo Errejón por escasísima diferencia (41% frente al 39%). Un poco más, y se rompe la ley de la gravedad orgánica, según la cual el aparato siempre gana (por goleada). Esta vez el jefe se tuvo que conformar con un reintegro (si hablamos en términos loteros)... y gracias. Lo cual significa que Podemos todavía conserva una notable vitalidad intrínseca, y que las izquierdas críticas, tanto en su versión rojo desteñido como en la de color morado, no son opciones marginales ni desdeñables. Iglesias y Echenique, como Díaz y Fernández (el de la gestora, digo) saben ya que el caudillismo está de capa caída. Y habrán de tenerlo en cuenta si saben lo que les conviene.

Lo verdaderamente notable han sido esos 56 kilates que los comunistas granadinos se han sacado del bombo. La fortuna sonríe a los audaces. Y es sabido que el PCE rebosa audacia. Ha encontrado en las tecnoconsultas y primarias de Unidos Podemos y plataformas afines un espacio rico y generoso... a poco que se sepa cruzar el voto.

A mi no me tocó nada. Será porque apenas juego. O porque soy muy afortunado en el amor.

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