sábado, 10 de diciembre de 2016

Y la burricie encontró su paraíso 20161210

El otro día, la noticia de que el gobierno de Aragón ha pedido a Patrimonio que quite el escudo franquista de la estación de Canfranc provocó el consiguiente alud de comentarios, denuestos y tal. El fenómeno es el mismo de siempre: existe un sector de la sociedad española (en mi opinión muy minoritario) que no quiere memoria ni revisión ni leches porque aspira a que la Historia y sus símbolos mantengan la gloria de quel general que se hizo dictador sobre la muerte, la sangre y el sufrimiento de millones de españoles.

Pero lo que sí me pareció significativo es que varios de esos comentaristas fachas daban por hecho que la estación siempre tuvo ese escudo, por lo que tal pieza sería mero testimonio de un pasado incontrovertible, y otro llegó a proclamar la fama del edificio, ubicando en él aquella delirante entrevista entre Franco y Hitler. Hubieron de entrar en liza otros comentaristas para aclarar que el escudo original fue el de Alfonso XIII (arrancado para poner el águila imperial del Caudillo) o que fue en Hendaya, no en Canfranc, donde aquellos dos genocidas se vieron las caras por primera y última vez.

Lo cual plantea otro enfoque de la cuestión. Por un lado, el hecho de que la burricie ha encontrado en internet el lugar perfecto para explayarse a gusto. Por otro, la dificultad objetiva para desarrollar una democracia deliberativa digna de tal nombre en un país donde el conocimiento y la educación cívica todavía están en niveles muy bajos, al margen de lo que diga el Informe Pisa o las estadísticas sobre niveles de titulación. La ignorancia, además de ser cada vez más atrevida, ha encontrado en la posmodernidad neocón un ecosistema perfecto. Aquí puede expresarse sin cortarse un pelo, puede despreciar a quienes sí saben, puede polemizar a base de exabruptos, insultos y mentiras... y puede hacer todo eso desde el anonimato.

Sólo así se entiende que grotescos personajes de la élite, adobados en demagogia, mentira y miedo, sean vistos como alternativa por tanta gente de a pie. Serpientes venenosas en el paraíso de los asnos.

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