jueves, 24 de enero de 2013

A la derecha le pone (mucho) el tranvía 20130124

Hay personas (de orden, por supuesto) que parecen atornilladas al tranvía como aquellos chavales que en los 60 se aferraban a la trabuca de los cacharros de entonces para viajar de gorra. Este fenómeno de ahora parece ser el resultante de una obsesión política agudizada por el hecho de que el argumentario de la derecha se está vaciando por minutos, conforme Rajoy y su PP descienden a los infiernos de los recortes y la corrupción.

Algunos, cuando les hablas de los efectos del ajuste brutal que padecemos te replican con un "sí, si... ¡y el tranvía, qué!". Si comentas las consecuencias del barcenazo vuelven a la carga con el tranvía. Si aludes al escándalo de Sarga, a la inviabilidad económica de Motorland o Aramón, a la voladura incontrolada de la CAI, al informe del Colegio de Médicos sobre el terrible deterioro de la sanidad pública aragonesa, a la recesión, al paro... no falla: sacan a relucir el tranvía y allí se quedan, rabiosos perdidos.

Hay más. Ni siquiera la falta de objetivos claros, el caos administrativo y el escaso rigor que dominan buena parte de la política municipal de Zaragoza motivan a quienes se empeñan en atacar la gestión del alcalde Belloch a través del dichoso tranvía. Yo creía que conforme fuesen acabando las obras (molestísimas sin duda) y cada vez más gente utilizase satisfactoriamente el artefacto la histeria iría cediendo. Pero, nada. El semoviente funciona de maravilla, no ha provocado catástrofe alguna, quienes lo utilizan están contentos, el plan de negocios se cumple incluso mejor de lo previsto... Ni por esas. Y el tema ya aburre y cansa. Sería muy conveniente que quienes aborrecen a Juan Alberto desarrollasen argumentos más serios, más coherentes y, por cierto, más veraces. Hala, queridos, razonad un poquito, que no es tan difícil. 

Hace 40 años, el tardofranquismo decidió quitar el tranvía de Zaragoza dando paso a un sistema de transporte público subvencionado y mucho más costoso. Se ve que a los herederos ideológicos de aquellos próceres, el retorno de los raíles les ha desquiciado. Pensarán que ahí ha dado vuelta la tortilla. ¿O qué? 

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