sábado, 26 de enero de 2013

Tenemos otro problema: el PSOE 20130126

El principal think tank socialdemócrata en España, la Fundación Ideas, ha saltado por los aires como consecuencia (¡qué novedad!) de las supuestas corruptelas practicadas por su director, con la colaboración de otros compañeros y a espaldas (se supone) de los responsables del tinglado, Rubalcaba y Caldera. El PSOE, que había cogido carrerilla en la denuncia del barcenazo, vuelve a caer por su propio peso. Así no hay forma de equilibrar la tremenda crisis política que vive este país. Mientras, los nacionalistas centrífugos y centrípetos, no ven otra forma de mantener algún entusiasmo que tirarse al monte del patrioterismo más barato y oportunista.

PP y CiU están dando, cada uno por su lado, un paso histórico. Por vez primera desde la reinstauración de la democracia, gobiernos de ambos partidos combinan durísimos recortes y programas destinados a deteriorar y privatizar a medio plazo los servicios públicos con el mantenimiento de prácticas sospechosas y una negativa cerrada a tomar en consideración los casos de evidente corrupción que les afectan directamente. Tal fenómeno debería desenmascarar la naturaleza predadora y desleal de las organizaciones conservadoras. Pero estas cuentan con una baza suplementaria: el partido socialista también huele a cloaca (e incluso a muerto). El "todos son iguales" ha trabado de tal manera el mecanismo de la alternancia que la derecha puede mantener su actual posición hegemónica aunque pierda fuelle, aumente la abstención o se disperse el voto. Como en Portugal, como en Grecia, como en Italia. 

El PSOE se convierte así en el otro problema porque carece de recursos y argumentos para oponerse al PP (y en Cataluña a CiU) con la contundencia que exigen estos terribles tiempos. Sin un liderazgo digno de tal nombre, sin verdadera militancia y sin ideas claras, la socialdemocracia española zozobra. Solo le queda la opción de refundarse otra vez, abrir de par en par las puertas, agregarse al resto de la izquierda y someterse (como en Francia) al escrutinio y la decisión previa de toda la ciudadanía. Pero eso, ¡uuufff!, quizás sea pedir demasiado. 

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