lunes, 20 de mayo de 2013

Autosuficiencia energética... ¿Qué plan? 20130520

Hubo una época en que los jefes de la Tierra Noble tiraban mucho de autoestima porque creían que nos la podíamos pagar. Ahora no, ahora pintan bastos. Fíjense ustedes en que Aragón (ubicado tradicionalmente en la España del norte, con indicadores un poco mejores casi siempre que la media española) está cayendo hoy a más velocidad que sus vecinos. Todavía tenemos alguna ventaja (¿la herencia de la que tanto hablan Rudi y los suyos?), pero el paro sube a toda hostia y el empobrecimiento y el desplome del PIB. Así no hay forma de ponerse optimista.

En medio de tantos recortes, ajustes y desgracias de todo tipo, nuestro Gobierno autónomo aún es capaz de sacarse conejos de la chistera. El último es un plan de autosuficiencia energética que se desarrollará hasta el 2020 y que por lo visto va a ser la mundial, con una expansión sin precedentes de las renovables. Según la presidenta y su consejero de Industria, Arturo Aliaga, la cosa es fácil: la iniciativa privada invertirá 12.000 millones y la propia DGA... 126. ¿Será posible semejante milagro? No sé qué decirles. Mi natural incrédulo tiende a ponerme cenizo; pero dejemos correr el tema, a ver hasta dónde llega.

Menos dudas tengo respecto a la eventualidad de que, si las pruebas y sondeos que se van a realizar dan resultados positivos, veremos cómo el fracking se instala entre nosotros. Sería lo normal en un territorio que nunca ha puesto demasiadas trabas a las empresas duras, a las cementeras, a los cultivos transgénicos y a otras bendiciones que hacen ricos a unos señores de fuera y dejan aquí dentro un rastro de destrucción, veneno e impacto medioambiental. El fracking anda rondando España, donde el Ejecutivo de Rajoy parece muy favorable a este brutal modo de obtener recursos energéticos. Si la barbaridad cuaja, den por seguro que el Aragón oficial se abrirá de piernas ipso facto. Nuestros mandamases son así de tremendos.

Mientras, soñaremos con modernos molinos de viento, inversiones privadas milmillonarias y autoestima semigratuita. Ojalá, al despertar, no nos rodeen los monstruos del fracking

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