miércoles, 22 de mayo de 2013

Mal momento para meterse en riñas 20130522

Si los sindicatos tradicionales se dejan arrastrar por la prepotencia y la inercia, y los elementos más ácratas y radicales de las mareas se lanzan a embestir contra todo lo que se mueva, unos y otros se harán un flaco favor a sí mismos y a los intereses populares. Eso sí, llenarán de satisfacción a quienes gobiernan. Imaginen, si no, con qué placer habrá leído la consejera Serrat (y no digamos el ministro Wert, si le ha llegado la onda) las noticias relativas al desencuentro entre la gente de la Marea Verde, de un lado, y CCOO y UGT, de otro. Y no vale argumentar que fueron estos o los otros quienes tiraron la primera piedra. Preservar la unidad de los movimientos sociales es una obligación que atañe a todos y que exige inteligencia (también inteligencia emocional), flexibilidad, comprensión, gestión de las diferencias y mucha generosidad.

Wert no las tiene todas consigo. Su plan de devolver la enseñanza española a los años 60 del siglo pasado no solo afronta la oposición de las izquierdas, sino también de la derecha ilustrada que ve con espanto el retorno de los viejos monstruos. La gente de mi generación aprobamos catecismos e historias sagradas, pasamos revalidas y vimos cómo nuestros vecinos más pobres o menos dotados eran privados de cualquier oportunidad que no fuese engancharse al tajo a los catorce años. Sabemos perfectamente qué clase de país fue aquel: país de emigración, de resignación, de autoritarismo y de burricie. No vamos a presumir de que la LOGSE haya sido la panacea capaz de poner a España en la estratosfera del conocimiento, pero reconvertir en asignatura el aprendizaje de la religión católica y limitar severamente el acceso a los estudios superiores es un disparate absoluto.

Si a estas alturas todavía no entienden los progresistas de cualquier tipo u orientación hacia dónde nos llevan los neocón, si las viejas y nuevas izquierdas se empeñan en diagnosticarse mutuamente sus respectivas enfermedades (ideológicas) seniles o infantiles, si no se han aprendido las lecciones recibidas durante más de siglo y medio de victorias y derrotas... mal irá la cosa. Pero que muy mal. 

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