domingo, 26 de mayo de 2013

Por qué hace falta un horizonte estratégico 20130526

El Plan de Empleo que quiere poner en marcha el Gobierno de Aragón (con un pellizco extrapresupuestario de ciento cincuenta millones y otros doscientos millones provenientes del ámbito financiero) podría ser la primera medida de verdad que adopta el Ejecutivo presidido por Luisa Fernanda Rudi. Y si utilizo el condicional es porque, como ha denunciado la oposición, ya se aprobó hace casi un año una Estrategia de Competitividad que debía mover quinientos kilates... y a fecha de hoy seguimos como estábamos. Las fantasmagorías son habituales en la Tierra Noble y últimamente más, si cabe. Pero deberemos fingir que aún confiamos en nuestros jefes. La semana próxima explicarán a los agentes sociales cómo funcionará ese nuevo Plan de Empleo. Quizás propongan alguna novedad interesante, o al menos ofrezcan a la mustia economía aragonesa un balón de oxígeno que permita aguantar unos meses más la asfixiante inmersión en la crisis.

El Plan ha sido elaborado a toda velocidad y como respuesta al constante aumento del paro en la Comunidad. Básicamente se traducirá en la aportación de liquidez a las empresas. ¿A qué empresas? No se sabe todavía. Y es ahí donde me temo que surja el segundo problema (el primero, por supuesto, es que haya dinero de verdad y voluntad política de utilizarlo). No es fácil que Aragón, incapaz hasta la fecha de fijar un horizonte estratégico medio claro, pueda definir de hoy para mañana, dónde y cómo utilizar los pocos recursos disponibles. Es más, si nos atenemos a la doctrina institucional de los tres últimos decenios, podríamos tener como objetivos prioritarios actividades tan dudosamente rentables como el esquí, las competiciones automovilísticas, la expansión de los cultivos transgénicos o la promoción desordenada (y a menudo torpe) de esa abstracción que denominamos Territorio. Cuando no se sabe qué se quiere ser, suelen pasar estas cosas. Y aquí nos han pasado una y otra vez. ¡Ah, si se hubieran usado con tino los millones invertidos (o más bien despilfarrados) en supuesto desarrollo rural, eventos e infraestructuras urbanos, reindustrialización de las Cuencas y otras maravillas alto, medio y bajoaragonesas!

Programar objetivos anclados en las posibilidades y los recursos reales, encaminados a un desarrollo sostenible y orientados hacia los mercados más interesantes obligaría a repensar Aragón de punta a cabo. Proteger y poner en valor el medio ambiente (que viene a ser lo mismo), fijar criterios para la implantación de industrias innovadoras que encajen en nuestra realidad, detectar fortalezas y debilidades... Ésa sería una misión fundamental de las instituciones. Porque sin llevar a cabo tan elemental deber no habrá Plan de Empleo que valga. 

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