sábado, 25 de julio de 2015

Bajo la laca de la modernez, la vieja caspa 20150725

El documental Amy es una película apasionante. Allí está aquella pobre chica maravillosa, sensible, autodestructiva, rodeada de hombres que no le convenían, manipulada por la industria del show business, acosada por los medios... En el inusual film llama la atención la prolija documentación audiovisual que usó su director (y eso que prescindió del material no digital) para realizar un magistral montaje, donde la realidad vierte imágenes propias de la ficción y los personajes reales parecen actores conduciendo el argumento a su inexorable final: la muerte por agotamiento e intoxicación etílica de Amy Winehouse, la última gran diva del jazz-soul. Es curioso cómo la vida de la gente, especialmente si se trata de personas famosas, acaba convertida, literalmente, en un espectáculo. Además, la cantante en cuestión creó ella misma la magnífica banda sonora de su tragedia convirtiendo en canción sentimientos, frustraciones y angustias.

Hay otra cosa. En las casi dos horas de proyección se entrevé el mundo de la cultura anglosajona (el underground, la industria, la música, los medios informativos). ¡Y qué mundo! Libertinaje, transgresión, provocación, creatividad, locura... Personajes públicos por encima (o por debajo) de todo. Tabloides que convierten el Lecturas o el Cuore en benditas hojas parroquiales (no digamos el oficioso y relamido Hola). Periodistas que entrevistan con un cuchillo entre los dientes. Monologuistas televisivos sarcásticos hasta la crueldad extrema, ante los cuales Buenafuente o el Wyoming semejan dulces hermanas de la caridad... La consecuencia de decenios de democracia avanzada y desprejuiciada. Una realidad muy distinta de la española, porque aquí, bajo la laca de la modernez, persiste la vieja caspa. De ahí que cualquier cosa nos escandalice: el posporno, el humor gamberro, las activistas trans, los concejales atípicos... El otro día, cuando vi en este diario la foto de los obispos con la nueva consejera aragonesa de Educación me tronché de risa. ¡Y dicen sus ilustrísimas que reducir el horario de Religión en los colegios "atenta contra derechos fundamentales"! En fin...

JLT  25/07/2015

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