sábado, 18 de julio de 2015

Lo siento, pero no veo cuál es el problema 20150718

No soy de los que han rasgado las vestiduras ante esa sección de la web municipal de Madrid que se titula Versión Original y replica o matiza informaciones sobre el propio ayuntamiento. Si hubiera sido cosa mía, jamás habría afrontado así los evidentes problemas que tiene el Gobierno local capitalino con buena parte de los medios. Antes optaría por meditar y unificar los mensajes, hacer declaraciones con criterio, no decir las cosas a medias ni hablar sobre lo que no se quiere hacer público, mantener un contacto fluido con los periodistas, no obsesionarse con las críticas y aprender cómo funciona esto de la comunicación en condiciones adversas. Pero, en cualquier caso, lo de utilizar un soporte digital para dirigirse directamente a los vecinos no me parece ninguna barbaridad (lo hacen todas las instituciones), ni mucho menos un ataque a la libertad de expresión. A la postre, cada diario, radio o televisión puede decir lo que guste, asistir a las ruedas de prensa, enterarse de lo que pasa, recoger declaraciones de los grupos de la oposición e informar a su manera. El otro día, en El Mundo, Jiménez Losantos, aseguraba que los comerciantes y hosteleros madrileños (el sector servicios) tienen la duda de si no habría que pasar a la nueva alcaldesa "por la guillotina", en un acto "de justicia". O sea, libertad-libertad.

A Carmena la tienen frita: que si el bolso de paja, que si sus concejales, que si está espantando a los inversores (y menos mal que el mafioso Adelson se fue hace tiempo), que si hundirá el turismo y la actividad bancaria con nuevas tasas... Era de esperar.

Pero no es para tanto. Mejor será que la alcaldesa de Madrid traiga un bolso playero, que uno de Luis Vuitton regalado por algún empresario agradecido. Si impone una tasa a las pernoctaciones o a los cajeros, no es algo que no ocurra ya en Londres o en París, y por eso no dejan de recalar allí los viajeros (en Barcelona cobran el plus en los hoteles desde hace tiempo, y la ciudad cada vez es más visitada).

Lo mismo vale para la voluntad laicista del Ayuntamiento zaragozano. Un gesto simbólico perfectamente normal. A qué tanto barullo.

JLT  18/07/2015

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