viernes, 3 de julio de 2015

Lambán, ante su gran (y única) oportunidad 20150703

No es un líder con carisma, no brilla por su retórica, se le podía considerar un político de la vieja escuela semiamortizado, perdió las elecciones autonómicas en su propio territorio (Zaragoza y provincia)... pero Lambán, desde que presentará públicamente su versión de campaña en el primer cara a cara con Rudi, ha ido ganando en presencia e ideas. Ayer planteó un discurso de investidura suficientemente pulcro, ordenado y socialdemócrata. Su destino se abre paso. ¿Y si al final acaba siendo un buen presidente de Aragón? Sólo con enmendar la deriva que había tomado esta autonomía durante la anterior legislatura ya podrá presumir de gestión. Por comparación con su antecesora, y como ocurriera en aquel debate ante las cámaras de Aragón TV, el secretario general del PSOE aragonés tiene el éxito al alcance de la mano. Esta será su gran (y única) oportunidad.

En los papeles leídos por Lambán ante las Cortes se notaba la influencia simultánea de Podemos, de CHA y de IU. Pero la síntesis no sonó mal. Porque además del obligado compromiso con la recuperación de los servicios públicos y las políticas sociales, apuntó (¡oh, milagro!) hacia una renovación de los habituales objetivos estratégicos de la bendita Tierra Noble, incluso hacia la elaboración de nuevos modelos económicos y culturales. De repente, otro Aragón posible parecía tomar cuerpo al margen de los habituales clichés y lugares comunes (que también salieron a relucir, por supuesto). Todo en líneas muy generales, de manera todavía esquemática... Pero tras cuatro años de rigurosa sequía, la atmósfera se tornó húmeda.

Replicar, como hizo el PP, afirmando que las moderadas propuestas de Lambán eran cosa de la izquierda radical sonó a broma. Ya puede la derecha espabilarse si quiere mantener algún espacio (en la oposición) a lo largo de la legislatura que empieza. Rudi ha dejado una herencia peor que aquella que recibió. Y se entrevé que esa amalgama de criterios (PSOE-Podemos-CHA-IU) impuesta por las urnas no tiene por qué ser, necesariamente, un hándicap. Ayer se vio que incluso puede tener sus ventajas.

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