Hay una lectura desde lejos de las elecciones vascas y gallegas que
incluye simplemente el número de diputados obtenido en las respectivas
cámaras e indica que a Feijóo y a su patrón Rajoy les ha ido de miedo en A Minha Terra, que al PNV y a Bildu les ha cuadrado el tanteo en Euskadi (más a los de Urkullu. que a la Cofradía del Buen Terrorista), y que al PSOE ya no le queda ni aliento.
De cerca, leyendo porcentajes y votos, la cosa tiene más miga. Por
ejemplo, la amplísima victoria del PP gallego pierde lustre si
comparamos los votos de la derecha y los de las izquierdas (PSG-PSOE,
AGE y BNG): ambos bloques se quedan a sólo seis décimas de distancia y a
8.903 sufragios (según datos al 96,5% del escrutinio). Claro que los
conservadores iban unidos y los otros, no. Lo de siempre.
Pero de lejos o de cerca, el descalabro socialista es morrocotudo. Por la crisis, por el recuerdo de Zapatero, por el pecado original de Patxi López
al investirse lehendakari con el apoyo del PP, por la falta de un
liderazgo competitivo en Galicia... por todo eso junto y alguna cosa más
los socialistas caen 106.173 votos en el País Vasco y 241.833 en la
verde Breogán. En total 348.006, que serán algunos más cuando lleguen
por correo las papeletas de los emigrantes galaicos. Son cifras
brutales, imposibles de disimular. Es evidente que el PSOE está en caída
libre. Y espérate cuando las urnas den su veredicto en Cataluña.
El problema del Partido Socialista no es tanto Rubalcaba
como la ausencia de cuadros capaces de encabezar algún tipo de
renovación. Si en ese PSOE, comatoso y sin rumbo, quedase alguien con
ideas y arrestos para hacer lo único posible (depurar el partido y
abrirlo de par en par) cabría pensar en un renacimiento. Pero la mayoría
de los que allí quedan apenas saben hacer otra cosa que aferrarse a los
cargos públicos remunerados (los que aún tienen tal bicoca) y esperar
un milagro. En este plan no hay nada que hacer. El PP perdió ayer más de
ciento ochenta mil votos. Pero como no se opone a él ninguna
alternativa verosímil... Pues ya vuelve con la motosierra. Es su
apoteosis.
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